En el decurso de los años 70, en Brasil y en toda América Latina, comenzó a surgir toda una nueva articulación de prácticas pastorales y políticas, basadas en criterios tales como inserción en la base, conocimiento, contacto, respeto y convivencia con el pueblo en toda su diversidad social y cultural. Frente al terror que cubría casi todo el continente latinoamericano, pequeñas comunidades, casi clandestinas, realizaban este nuevo trabajo, con prácticas concretas desde una visión utópica, releyendo el Evangelio y reinventando la práctica política, o como se decía entonces: “con un oído en el pueblo y el otro en el evangelio”.
En esos grupos participaban cristianos de muchas denominaciones y tradiciones religiosas, pero también militantes de las causas populares que no profesaban fe religiosa, pero que practicaban el respeto a la diversidad y deseaban la práctica colectiva, con un mismo horizonte utópico.
En este contexto surgen las nuevas pastorales de la Iglesia católica, como la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) entre otras. Don Pedro participó en la fundación de ambas entidades, vinculadas a la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB) y, a través de ellas, se implica permanente en la situación de los campesinos y de los pueblos indígenas en todo el país, al tiempo que contribuye decisivamente en la definición de sus líneas de trabajo, de apoyo, de solidaridad, de formación y de esfuerzo organizativo para que campesinos y pueblos indígenas puedan afrontar los serios desafíos de aquel momento y luchar por sus derechos.
Pedro Casaldáliga en el Congreso Nacional de la Comisión Pastoral de la Tierra, en 1983
Desde un inicio, Don Pedro se convirtió en uno de los principales portavoces de aquel amplio movimiento pastoral y social que se constituía silenciosamente en todo Brasil. Lo ejerció con su radicalidad en la crítica, en el compromiso, en el humanismo que valoraba las instituciones, tanto del Estado como de la Iglesia, en función del servicio a la vida plena de los pueblos, particularmente de los más pobres y, entre éstos, de los pueblos indígenas.
En una entrevista que en 1978 le hizo Teófilo Cabestrero, Don Pedro explícito sus tesis fundamentales sobre la centralidad de los pueblos indígenas en su visión del trabajo pastoral y de compromiso de los cristianos latinoamericanos en aquel momento histórico. Sus formulaciones, dichas de manera simple y profunda, revelaban el rumbo por donde caminaba, en las últimas décadas, la pastoral indigenista, lo mismo que revelaban la nueva visión del papel transformador de los pueblos indígenas en la América Latina.
“Los pueblos indígenas están siendo, en algunas iglesias, una prioridad. Te aseguro que, en mi sensibilidad pastoral, lo son. Porque es la prioridad más evangélica. Por dos motivos. Primero porque son los más pobres, como personas y como pueblo. No digo que sean los menos felices. Como personas y como pueblo tienen sobre sí la sentencia de muerte más inmediata, la muerte más lógica a partir del sistema. Estorban. Sus tierras, su floresta, su casa, su hábitat maravilloso, este lago Tapirapé que estás viendo, son estímulo, pasto, de la codicia de los grandes, de los poderosos, del latifundio, de las famosas carreteras, de la integración nacional, del tristísimo desarrollo (¡maldito sea el desarrollo en estas circunstancias mortíferas!, ¿no?) y del turismo. A causa de esta condena a muerte son los indios la causa más evangélica. Su supervivencia es frecuentemente cuestión de meses; dos, tres meses; una carretera que irrumpe, que pasa, que ataca el organismo indígena que ya se queda sin defensas. O un simple sarampión puede llevarse una aldea entera. Y, en segundo lugar, son también los seres más evangélicos, porque siendo los más pobres, los menores, los más desamparados, son también los más libres de espíritu, los más comunitarios y los que viven más armónicamente con la naturaleza, con la tierra, con el agua, con la luz, con la fauna y con la flora. Serían ellos, en la expresión antiquísima que Ad Gentes actualizó, y que a mí me impresiona mucho, serían ellos ‘las simientes del Verbo’, o, mejor, traduciendo con mayor precisión, ‘el Verbo encarnado’ en estos pueblos. Se percibe realmente lo que aquí está encarnado.
En la medida en que la Iglesia de Brasil y toda la Iglesia del continente sepan y quieran hacer las debidas renuncias y asuman evangélicamente la causa de los indios, ellas serán realmente un revulsivo para toda la Iglesia y para toda la sociedad, y, por eso mismo, una poderosísima fuerza del evangelio. Pero, claro, para asumir más la causa indígena es menester despojarse de todo etnocentrismo pastoral, de todo colonialismo. Despojamiento que ha de ser lúcido, incluso científicamente, y, tal vez, heroico. Si eso implica dejar muchas cosas, pensar de otra manera, renunciar bastante a la propia religión inclusive… No es ya renunciar simplemente a costumbres, a modos de comer y vestir, o de ver y sentir; ni se trata siquiera de renunciar sólo a las filosofías. Es renunciar incluso a la propia religión. No digo a la fe, está claro. Tú me entiendes perfectamente”.
La Misa de la Tierra Sin Males
Las matrices de clase, de valores cristianos y de cultura catalanas de Casaldáliga, todas milenarias, son para él un referente espiritual en aquel momento histórico vivido por los pueblos de América Latina, con su múltiple necesidad de superar el terror de Estado, el desaliento de la miseria social y las prácticas políticas tradicionales, incluso de la izquierda institucional y de las izquierdas más radicales!’
Pedro Casaldáliga escribió la Misa de la Tierra sin Males junto a Hamilton Pereira y marcó un antes y un después en la Iglesia brasileña
“El año de 1978 fue considerado en Brasil el “Año de los Mártires de la Causa Indígena”, cuando se celebraban los 350 años de los tres mártires rio-grandenses, Roque González, Afoso Rodríguez y João Castilhos. Ese año el CIMI propuso que no se celebrara sólo la muerte de los tres misioneros jesuitas; se debía celebrar también la muerte de millares de indios, sacrificados por los Imperios cristianos de España y Portugal. Unos y otros, mártires de la causa indígena. La cruz, en medio de todos ellos. Aquéllos, muriendo por amor a Cristo. Éstos, masacrados “en nombre” de Cristo y del Emperador.
… Mártires indefensos por el Reino de Dios hecho Imperio, por el Evangelio hecho decreto de conquista. Víctimas de las masacres que quedaron con nombre glorioso en la mal contada Historia, en la mal vivida Iglesia…”
Proclama Indígena de Don Pedro Casaldáliga.
En esas ruinas históricas y en ese Año de los Mártires de la Causa Indígena nació la idea de la Misa de la Tierra Sin Males.
La Misa habla del pasado, pero también de la actualidad de la opresión a los pueblos indígenas; hace una autocrítica de la práctica misionera, cómplice de ese proceso colonizador, que se puede aplicar también al presente; hace un retrato de la opresión indígena que se aplica también a la realidad actual de los pueblos latinoamericano.
Dato significativo: Don Pedro escribió esa Misa con Pedro Tierra, seudónimo del militante político, ex preso político y ex miembro de una organización de lucha armada de Brasil, Hamilton Pereira da Silva, y con Martín Coplas, argentino de origen indígena, quéchua y aymara.
La Misa de la Tierra Sin Males se celebró por primera vez en la catedral de la Seo, de São Paulo, el día 22 de abril de 1979. Esta misa posibilitó muchas dimensiones, a partir de su dimensión histórica fundamental, de denuncia del proceso colonizador como genocida y etnocida respecto a los pueblos que aquí vivían antes de la llegada de los españoles y de los portugueses: habla del pasado, pero también de la actualidad de la opresión a los pueblos indígenas; hace una autocrítica de la práctica misionera, cómplice de ese proceso colonizador, que se puede aplicar también al presente; hace un retrato de la opresión indígena que se aplica también a la realidad actual de los pueblos latinoamericano. O sea, la Misa de la Tierra Sin Males se refería al pasado, pero también al pasado que seguía presente en la realidad del Brasil y de América Latina.
La elaboración de la celebración de la Misa de la Tierra Sin Males significó ampliar la visión solidaria y evangélica de Don Pedro Casaldáliga en el tiempo y en el espacio: partiendo de los pueblos del Araguaia, sus ojos buscaron mirar y comprometerse, con la palabra, con la denuncia, con la reflexión, con la promesa de la Utopía recuperada, con todos los pueblos indígenas latino-americanos y, por extensión, con todos los pueblos de América Latina en su ansia de libertad.
Inmerso y militante destacado de esa nueva corriente de personas, entidades, grupos, movimientos populares, pastorales, iglesias, pueblos y organizaciones indígenas, con la Misa de la Tierra Sin Males, Don Pedro y sus colaboradores construyen una nueva referencia crítica y autocrítica para el ideario de cristianos y militantes sociales, a partir de la saga de los pueblos indígenas en nuestro continente.
Paulo Maldos. Ex-secretario especial del gabinete de la Presidencia de Lula da Silva
I llavors el gener del 68 vam venir el company Manuel Luzón i jo. Vam fer el curs de quatre mesos del CfI (Centre de Formació Intercultural). Si el Manuel i jo haguéssim vingut directament de Madrid al Mato Grosso ens obríem perduts. En els quatre mesos, malgrat que estàvem en una dictadura militar, vam tenir professors molt bons i xerrades molt bones. Ens van ajudar a llegir els diaris en les entrelínies: que els camperols estaven sent massacrats, que els indígenes estaven essent assetjats…, i que hi havia molts brasils; perquè si ets només a São Paulo a Porto Alegre do Sul, potser a casa d’uns religiosos que tenen la comunitat al centre de la ciutat, al barri més “chic”, difícilment et fas càrrec de la situació.
Vam venir previnguts. A més a més van venir diversos joves brasilers voluntaris (que van patir bastant amb nosaltres) i ens van obligar a seguir parlant portuguès i ens van passar la cultura (literatura, música, manera de parlar en aquesta regió…). Crec que va ser valuós, perquè fins i tot aquesta vivència va ajudar també a crear el mateix signe religiós missioner que tenim aquí.
Pere Casaldàliga amb els indis Xavante tot just havent arribat a l’Amazònia.
No hi havia infraestructura, salut, comunicació, educació, no hi havia pràcticament cap òrgan del govern que pugués atendre. Nosaltres vam haver de fer fins i tot, i encara ara ho fem, de vegades, l’apostolat de la suplència.
Ens va tocar viure aquesta regió que és entrada de l’Amazònia, anomenada Amazònia legal i ens va tocar viure a l’entrada de la dictadura militar. Vaig arribar aquí l’any 68. Era entrada del latifundi; va ser una mena d’assaig de latifundi amb els incentius fiscals que donava el govern: industrials del sud s’apoderaven d’una porció de terra d’aquestes regions i rebien els anomenats incentius fiscals, se’ls dispensaven molts impostos, se’ls permetia comprar maquinària a l’exterior sense gravàmens. I això significa prendre una decisió: amb el latifundi, amb la dictatura, o contra ells, a favor de les víctimes del latifundi, que eren els indígenes, els peons (treballadors del propi latifundi) i els “posseiros”, aquests pagesos sense terra que d’una manera força espontània en aquella època, sense organització, sabien que a Mato Grosso, a l’Amazònia, hi havia molta terra sense ningú i venien. Van ser uns autèntics “desvravadors”, com diem aquí, perquè ells van ser els que van patir les distàncies, manca d’infraestructura total. Quan varem fer pública aquella primera Carta Pastoral el dia de la meva ordenació precisament la titulem: “Una Església de l’Amazònia en conflicte són el latifundi i la marginació social”. No hi havia infraestructura, salut, comunicació, educació, no hi havia pràcticament cap òrgan del govern que pogués atendre. Nosaltres vam haver de fer fins i tot, i encara ara ho fem, de vegades, l’apostolat de la suplència.
I a l’Església estàvem vivint les conseqüències del Vaticà II i Medellín, que va ser pràcticament el nostre Vaticà II. Hi va haver molt Esperit Sant pel mig i gent lúcida, oberta, el clima era bo, malgrat tota la violència.
Es va viure un cert clima de profecia, inserció, superació de barreres. Fins i tot aquí al Brasil per a molts parlar de comunisme, de marxisme no espantava tant, perquè també el mateix marxisme aquí a l’Amèrica Llatina es va viure de manera molt més popular, molt menys soviètica. Mariátegui, marxista peruano, parla de l’ànima matinal, hi havia molta poesia marxista llatinoamericana i la causa indígena començava a sobresortir, a exigir reconeixement, el món negre també. Aquells subjectes emergents que hem dit a les nostres pastorals.
Es fa necessari fer conèixer la difícil situació del poble del Brasil, sota el mandat del president Jair Bolsonaro, que acaba aquesta tardor. Per això, la Fundació Pere Casaldàliga va encarregar Paulo Maldos, exassessor del president Lula da Silva i alt càrrec amb la presidenta Dilma Roussef, pels drets humans i l’articulació social, fer una gira al mes de maig per diferents ciutats de Catalunya: Brasil-Món.Resistir i transformar. Compromís i militància en temps de feixismes. Paulo Maldos va informar, de primera mà, de les conseqüències de la política ultraliberal duta a terme pel president feixista, que bàsicament ha consistit en anul·lar els avenços socials que Lula da Silva i Dilma Roussef havien aconseguit, entre 2003 i 2016. Amb ells, la ciutadania, 217 milions d’habitants en el país més gran d’Amèrica Llatina,tenia dret atenir drets, amb l’erradicació de la fam, la creació d’un sistema únic de salut, el foment de l’educació, el respecte pels drets dels pobles indígenes.
Durant les dues setmanes de gira, Maldos va donar conferències a Girona, Tarragona, Manresa i Cervera. També va donar entrevistes per explicar la situació al Brasil a diferents mitjans de comunicació nacionals, com els diaris La Vanguardia, Diari Ara, Regió 7, Diari de Tarragona o Nació Digital; les revistes FET a Tarragona i La República, i també a la Televisió de Girona, a Tarragona Ràdio i a Catalunya Ràdio. A més, recentement, Maldos, ha analitzat pel TN vespre de TV3 el risc del Brasil a caure en una dictadura.
Com cada any, la Campanya es realitza de manera participativa i gràcies al recolzament d’entitats amigues que s’hi comprometen. Així, a Tarragona, el Comité Óscar Romero va ser l’amfitriona i organitzadora, a Girona ho va ser la Comissió de l’Agenda Llatinoamericana, mentre que a Manresa i a Cervera, Justicia i Pau va fer possible la xerrada.
La Campanya 2022 de la Fundació va concloure el 29 de maig, amb La Trobada tradicional a Barcelona en la qual també van participar també la diputada al Congrés espanyol, la brasilera Maria Dantas, els teòlegs Juan José Tamayo i Víctor Codina i el sociòleg Flávio Carvalho. A Barcelona, l’acte també va permetre aprofundir en el llegat social i polític de Pere Casalddàliga, així com conèixer la seva figura a través de l’anàlisi de seva poesia, que va oferir el jesuïta Víctor Codina.
Al Brasil, les pròximes eleccions del 2 d’octubre es perfilen com un duel entre Bolsonaro, que aspira a un segon mandat, i Lula da Silva, exonerat de tots els càrrecs de què se’l acusava pel Tribunal Suprem del Brasil. En aquests mesos previs, l’ambient polític i al carrer és de màxima tensió. Des de fa un any, les enquestes electorals donen com a clar guanyador a Lula da Silva, que es presenta amb la coalició dels demòcrates i que amb un pronòstic del 40% dels vots podria guanyar a la primera volta. L’actual president ha promogut, entre les seves radicalitzades bases, la utilització de les armes, en la seva aspre escalada verbal amenaça amb no acceptar el resultat de les eleccions ni respectar la vida dels opositors; una dictadura seria el seu somni.
En l’actualitat el Brasil es troba, doncs, entre la incertesa i l’esperança, i la Fundació Pere Casaldàliga treballa perquè l’Esperança i la Vida guanyin.
La Setmana per la Pau – Arcadi Oliveres és una iniciativa de l’entitat Justícia i Pau, que es realitzarà dels dies 27 al 30 de juny de 2022. Es faran diverses activitats per diferents espais de la ciutat de Barcelona. Aquests actes busquen mantenir viu el missatge i llegat d’Arcadi Oliveres.
Aquest esdeveniment vol ser un espai de trobada, obert a la participació de tota la ciutadania, per repensar entre totes i tots, el futur desitjat per a la nostra societat.
S’espera que sigui un esdeveniment multitudinari i molt divers, amb activitats per a tothom. A més hi donaran suport diferents personalitats com Tomàs Molina, Firdaous Alaoui, Brigitta Lamour, Rosa Maria Calaf…, i també l’Ajuntament de Barcelona, el Departament de Justícia de la Generalitat, el Parlament Europeu i la Comissió Europea, entre d’altres.
La Setmana per la Pau serà un espai de festa, d’intercanvi de pensaments i de propostes d’acció, d’enfortiment del treball en xarxa, d’invitació a un canvi de paradigma i de concreció d’accions d’incidència sociopolítica, de manera pacífica, transformadora i no-violenta.
Desde la elección de Bolsonaro como presidente de Brasil, este país se ha convertido en el epicentro del “cristoneofascismo” y en el lugar donde gobierna la extrema derecha de Dios en un acto de la más crasa manipulación de lo sagrado al servicio de una política necrófila.
Tal situación me lleva a plantear dos preguntas: en qué modelo político-religioso se sustenta el cristoneofascismo de Bolsonaro y qué imagen de Dios subyace. Creo que le mejor respuesta se encuentra en el teísmo político que ha establecido Bolsonaro en Brasil y en la imagen de Dios sacrificial en la que se basa.
La teología latinoamericana de la liberación, y muy especialmente la brasileña, liberó a Dios del asedio del mercado y Bolsonaro lo ha convertido en prisionero de su política antiecológica, homófoba, patriarcal, neocolonial y ultraneoliberal.
El slogan de su campaña electoral, con el que también concluyó el discurso de la toma de posesión como presidente de Brasil, fue: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”. Lo reiteró en uno de los cultos en los que participó en la Iglesia Evangélica Sara Nossa Terra en julio de 2019: “Debo mi vida a Dios y este mandato está al servicio del Señor. En nuestro gobierno, Dios está encima de todo”.
Lo que muchos consideramos un secuestro político de Dios, el ministro de Asuntos Exteriores, Ernesto Araújo, lo calificó de una liberación de Dios, “triste prisionero…, que vuelve a circular libremente por el alma humana”. Teísmo político puro y duro y descarada perversión religiosa.
Creo, más bien, que en Brasil está sucediendo lo contrario a la afirmación de Araújo: la teología latinoamericana de la liberación, y muy especialmente la brasileña, liberó a Dios del asedio del mercado y Bolsonaro lo ha convertido en prisionero de su política antiecológica, homófoba, patriarcal, neocolonial y ultraneoliberal.
(Brasília – DF, 07/09/2019) Jair Bolsonaro escoltado por el obispo de la Iglesia Universal Edir Macedo y el magnate de los medios de comunicación Silvio Santos, durante el desfile Cívico del Dia da Pátria.Foto: Alan Santos/PR
Una característica del teísmo político de Bolsonaro es el providencialismo religioso, que consiste en interpretar la historia desde un Dios providente, como cuando consideró un milagro el haberse librado del atentado sufrido durante la campaña electoral y mayor milagro todavía el haber ganado las elecciones. El ministro de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni, aplicó a Bolsonaro las palabras de Jesús: “Muchos son los llamados y pocos los elegidos” y dice que Dios “eligió al más improbable”.
En que fue elegido “el más improbable” tenía razón Lorenzoni. Lo que dudo –o mejor, niego- es que fuera Dios quien lo eligiera o legitimara su elección. Quienes realmente contribuyeron a su elección fueron las fake news de su campaña electoral, que continúan produciéndose durante su presidencia a a través del gabinete del odio, que dirige uno de sus hijos y se encarga de difundir noticias falsas. Comentando la soledad de los dos presidentes anteriores tras las primeras semanas de asumir el gobierno, afirmó que uno de los motivos de dicha soledad era “el alejamiento de Dios, nuestro creador”.
Bolsonaro reconoce más influencia a la Biblia que a la propia Constitución brasileña. Pero la Biblia leída de manera fundamentalista y selectivamente en sus textos más violentos y discriminatorios contra las mujeres, los homosexuales, etc.
Brasil tiene una larga tradición de Estado laico, que Bolsonaro parece ratificar, pero lo hace tramposamente porque introduce una distinción que desemboca en confesionalidad: “El Estado es laico, pero nosotros –“yo”, dice en otras ocasiones- somos cristianos”. Confesionalidad que extendió al Tribunal Supremo Federal para el que anunció que de los dos jueces que tenía que nombrar “uno sería terriblemente (sic!) evangélico”.
¿Respeto al pluralismo? En absoluto. Prometió reconocer a todas las religiones, pero, eso sí “siguiendo la tradición judeocristiana”. Atendiendo a las constantes referencias que hace a la Biblia, cabe constatar que reconoce más influencia a la Biblia que a la propia Constitución brasileña. Pero la Biblia leída de manera fundamentalistay selectivamente en sus textos más violentos y discriminatorios contra las mujeres, los homosexuales, etc.
Bolsonaro hace el saludo militar en la “Marcha para Jesus”, del pasado mes de mayo.
Constante es la presencia de Bolsonaro en los templos de las iglesias evangélicas fundamentalistas. Tuvo un gran impacto mediático su visita al Templo de Salomón de la Iglesia Universal del Reino de Dios, del obispo Edir Macedo, donde se produjo una escena inusual: el presidente de la República arrodillado ante el obispo Macedo, que le impuso las manos y le bendijo. Es permanente su recurso a la Biblia para legitimar su política homófoba, machista, racista y ultraneoliberal, en una palabra, neofascista en un claro secuestro del texto sagrado judeocristiano, que lee de manera fundamentalista.
En mayo de 2016 Bolsonaro viajó a Israel para recibir el bautismo en el río Jordán, imitando el bautismo de Jesús. Fue el pastor y líder del Partido Social Cristiano Everaldo Dias Pereira quien le sumergió en el Jordán y, tras el bautismo, le preguntó: “¿Acredita Usted que Jesús es Hijo de Dios?”, a lo que Bolsonaro respondió: “Acredito”. Tras el bautismo citó la afirmación de Jesús: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8,32) e hizo la siguiente confesión: “Recupero una fe que me acompañará para el resto de mi vida”.
El dios de Bolsonaro
El dios en el que cree el actual presidente de Brasil y con él los cristoneofascistas es el que legitima las dictaduras y denuesta la democracia. Bolsonaro ha defendido la dictadura brasileña que duró más de veinte años, de 1964 a 1985.
De ella ha llegado a afirmar que su principal error “fue torturar y no matar”. También ha elogiado el golpe de Estado de Augusto Pinochet y lo ha hecho como respuesta a las críticas de Michelle Bachelet, presidenta de Chile durante dos mandatos (2006-2010, 2014-2018) y actual Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a la política de Bolsonaro.
La reacción de Bolsonaro no deja lugar a dudas: Dios se pone del lado de los dictadores, verdugos, criminaliza a las víctimas de manera inmisericorde y, como expresara Atahualpa Yupanki, come en la mesa del patrón.
Este respondió a Bachelet que se olvidaba “de que su país no era como Cuba solo gracias a los que tuvieron el coraje de ‘dar un basta’ a la izquierda de 1973, entre quien estaba su padre, entonces brigadier”. La reacción de Bolsonaro no deja lugar a dudas: Dios se pone del lado de los dictadores, verdugos, criminaliza a las víctimas de manera inmisericorde y, como expresara Atahualpa Yupanki, come en la mesa del patrón.
(Boa Vista – RR, 26/10/2021) Culto em comemoração aos 106 anos da Assembleia de Deus. Foto: Isac Nóbrega/PR
Comentando la Declaración postsinodal Querida Amazonía, del papa Francisco, Bolsonaro negó que hubiera fuego en la floresta húmeda y cuestionó en tono burlesco y teocrático el contenido de la exhortación: “El papa Francisco dijo ayer que la Amazonía es de él, que es de todo el mundo; coincidentemente yo estaba ayer con el canciller argentino… el papa es argentino, pero Dios es brasileño”. ¡Dios étnico y nacional contrario al Dios universal de las religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam!
El dios de Bolsonaro es el dios negacionista del calentamiento global, insensible a la violencia de género, militarista, hecho a imagen y semejanza del militar Bolsonaro y de su gobierno con una numerosa representación militar.
El Dios de Bolsonaro, según Eliane Brum, es el que odia el mundo globalizado, el que cree que los inmigrantes pueden amenazar la soberanía de Brasil, el que cree que las escuelas del país se han convertido en una verdadera bacanal infantil alentada por profesores defensores de la “ideología de género”. Y yo añado: es el dios negacionista del calentamiento global, insensible a la violencia de género, militarista, hecho a imagen y semejanza del militar Bolsonaro y de su gobierno con una numerosa representación militar. Es un dios vengativo, y no el Dios del perdón, de la compasión y la misericordia como el predicado y practicado por Jesús de Nazaret. Nada que ver con el Dios liberador del éxodo y de los profetas de Israel, que opta por las personas y los colectivos empobrecidos.
Es el dios de la magia y de la superstición. En el momento álgido de la pandemia con decenas de miles de personas brasileñas contagiadas y miles de personas muertas por día, dictó un decreto por el que declaraba los cultos religiosos como “servicio esencial” a la ciudadanía. Dicha normativa se inspiraba en la afirmación del pastor evangélico Silas Malafaia, uno de sus asesores religiosos: “La iglesia es una agencia de salud emocional, tan importante como los hospitales”. ¡Mayor desprecio a la vida, imposible!
“No se preocupen con el coronavirus, esa una táctica o más que eso, de Satanás. Satanás trabaja con el miedo, el pavor, con la duda. Y cuando la gente está con miedo, pavor o dudas, quedan débiles, cualquier vientito se transforma en una neumonía”. Edir Macedo
Asesorado por los pastores de las mega-iglesias, Bolsonaro minusvaloró desde el principio la gravedad del coronavirus, que calificó de “gripecilla”, y de la pandemia, que calificó de psicosis e histeria, mostró su desconfianza hacia la ciencia y propuso como alternativa la fe. Declaró su cercanía al obispo evangélico Edir Macedo, para quien el coronavirus es una estrategia de Satanás para infundir miedo, pánico e incluso terror, pero que solo afecta a la gente sin fe. Como antídoto al coronavirus propone el “coronafé”, que solo es eficaz para quienes creen firmemente en la palabra de Dios. El propio Bolsonaro llegó a profetiza contra el coronavirus ante un grupo de evangélicos que lo esperaba enfervorizada aclamándolo como “Mesías” a las puertas del palacio presidencial.
La respuesta a la desconfianza hacia la ciencia y al carácter mágico-curativo de la fe al margen de la medicina la ofrece el teólogo y filósofo intercultural Raimon Panikkar en su libro «La religión, el mundo y el cuerpo» (Herder, Barcelona, 2012) cuando afirma:
“Desligada de la medicina, la religión deja de ser […] una fuente de júbilo […]; se torna una fuerza alienante, que, raramente, puede refugiarse en el ‘negocio’ de salvar almas no encarnadas o en la espera de un cielo proyectado en un futuro lineal, pero que pierde valor terrenal e incluso su raison d’ être, puesto que ya no puede salvar al ser humano real de carne y hueso […] una especie de medicina para otro mundo, al precio de ignorar este de aquí” (p. 111)
Y concluye Panikkar: “La religión sin medicina no es religión, se deshumaniza, se torna cruel y aliena a los seres humanos de su propia vida en esta tierra. La religión sin medicina se vuelve patológica”. (p. 112).
El Dios de Bolsonaro -conocido también como BolsoNero- exige el sacrificio de seres humanos, un sacrificio selectivo de las personas, clases sociales y sectores más vulnerables de la población brasileña, de las comunidades afrodescendientes e indígenas. Esto se ha puesto de manifiesto durante la pandemia con la muerte de en torno a 600.000 personas, en su mayoría de los sectores y clases populares, que han sido sacrificadas con la excusa de salvar la economía. ¡La economía por encima de la vida!
El obispo, profeta, místico y poeta Pedro Casaldáliga responde, con su vida y las causas que defendió -más importantes que su vida-, al cristoneofascismo de Bolsonaro con la propuesta de un cristianismo liberador, desevangelizador y descolonizador, del que él fue uno de los símbolos más luminosos.
La inversión no puede ser más necrófila. Es la más inhumana aplicación de la teoría de la necropolítica, expuesta por el científico político camerunés Achille Mbembe, según la cual los poderes deciden quién debe morir y quién puede vivir, y de la cultura del descarte del Papa Francisco, según la cual “los excluidos no son ‘explotados’, sino ‘desechos’, ‘sobrantes’ (La alegría del Evangelio, n. 53).
El dios de Bolsonaro es, en fin, un dios ecocida que exige sacrificar la naturaleza, sobre todo con la destrucción de la selva amazónica, sin reparar que la naturaleza es la fuente de la vida, y Dios es dador de vida. El dios de Bolsonaro está emparentado con los ídolos de muerte del cristoneofascismo.
El obispo, profeta, místico y poeta Pedro Casaldáliga responde, con su vida y las causas que defendió -más importantes que su vida-, al cristoneofascismo de Bolsonaro con la propuesta de un cristianismo liberador, desevangelizador y descolonizador, del que él fue uno de los símbolos más luminosos. Propone, asimismo, como alternativa al dios necrófilo y sacrificial del actual -y esperemos que por muy poco tiempo-presidente de Brasil- el Dios Padre y Madre, “el Dios de todos los nombres”, que “en el vientre de María de Nazaret se hizo ser humano y en el taller de José se hizo clase”.
Juan José Tamayo. Profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria, Barcelona, 2022, 3ª ed.) y Pedro Casaldáliga. Larga camina da con los pobres de la tierra (Herder, Barcelona, 2020)
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