«Celebramos la vida vivida de Pedro Casaldáliga» es la nueva iniciativa de la Fundación Pedro Casaldáliga para recordar el obispo claretiano. La entidad pretende conmemorar anualmente el nacimiento de Casaldáliga, el 16 de febrero, ofreciendo un momento para “pararse, escuchar su mensaje y dejarse interpelar por su compromiso”. Este miércoles, día que el obispo claretiano celebraría 94 años, la fundación ha querido “recordar que todavía está muy vivo y muy presente entre nosotros”.
El homenaje se concreta en un video que empieza con la lectura del poema “Todavía hoy respiro en catalán” del obispo claretiano. Posteriormente, Llorenç Planes i Nuria Gómez hacen un recorrido por la vida y los pensamientos de Pedro Casaldáliga desde Cal Lleter (la Casa del Lechero) de Balsareny, su casa natal. “Lo hacemos con el corazón lleno de gratitud, «saudades», añoranza, por su vida vivida y dada en medio del pueblo”, exponen.
Homenaje al obispo Pedro Casaldáliga desde Balsareny en el 94 cumpleaños de su nacimiento.
La casa natal, videos históricos y fotografías se combinan a la pantalla mientras se habla de la lucha del obispo claretiano a favor de la justicia, la paz y la libertad. “Hemos querido dar las gracias a Pedro por su vida vivida. Que sus grandes causas llenan de utopía nuestros corazones y nuestras vidas y que su testigo y lucha ilumine nuestra caminata con toda la fuerza y ternura que nos dio”, concluye el homenaje.
Pedro nunca quiso ser obispo. Nunca le gustó la idea de formar parte de la jerarquía de la iglesia. Por eso, su primera reacción al recibir la carta de su nombramiento episcopal fue decir “no”. ¿Por qué acabó aceptando?
Hacía sólo tres años que él y Manuel habían llegado al poblado de São Felix do Araguaia. Tardaron una semana en camión desde São Paulo, pero ahora, poco a poco, estaban consiguiendo construir una comunidad fija, capaz de atender a todas las familias de aquella zona: una región en la “puerta de entrada” de la Amazonía, del tamaño de Portugal, en el estado brasileño de Mato Grosso.
Pero esa tarea principal de estructurar una iglesia estable se deparó prontamente con la realidad: pobreza extrema, violencia, abandono, explotación, esclavitud…una región poblada de migrantes de muchas partes de Brasil que, atraídos por las llamadas “políticas de colonización de Amazonía“, llegaban a aquellas tierras desamparadas en busca de una vida mejor.
Esta es la primera imagen que conservamos de la llegada de los claretianos Casaldáliga y Luzón a la región del Araguaia, en 1968.
Ubicada a más de 1.200 km de la capital del estado de Mato Grosso, Cuiabá, y a otros tantos de la joven Brasília, la escasa presencia del estado condenaba a sus habitantes a la ausencia total de servicios de salud, de educación o de seguridad.
La estructura de la propiedad de la tierra, caracterizada por los latinfundios que llegaban a tener tamaño de los estados, iba configurando una sociedad desgarrada: por un lado, los grandes terratenientes, sus gerentes y sus “secuaces”. Por otro, como el propio Pedro Casaldáliga describía:
«Campesinos del nordeste, procedentes directamente de [los estados de] Maranhão, Pará, Ceará, Piauí …, o pasando por Goiás. Conquistadores de la región, “sin-tierra”. Pueblo simple y duro, nómada como por destino en una migración forzada y desorientada, con una hamaca para dormir a sus espaldas, sus muchos hijos, algún caballo flaco y cuatro utensilios de cocina en una bolsa».
Pedro Casaldáliga
La pareja Luiz Gouveia y Eunice Dias de Paula fueron unos de los primeros en llegar en 1973. Han hecho de profesores bilingües em el poblado indígena, ayudando en la formación de los profesores indígenas y, por ello, son en gran parte responsables de que la lengua Tapirapé aún exista.
Llegamos a un mundo sin retorno. La misión tenía 150.000 kilómetros cuadrados de ríos, selvas y bosques, al noroeste de Mato Grosso, dentro de la llamada Amazonía “legal”, entre los ríos Araguaia y Xingu, incluida la isla del Bananal, la isla fluvial más grande del mundo.
Sin otra “base” eclesiástica que nuestra casa, de 4×8, a orillas del Araguaia, maravilloso y turbio, sin saber por dónde empezar, sin saber quién habitaba la región, donde las distancias de todas las especies justificaban todas las indecisiones.
La única carretera que existía seguía construyéndose, roja y polvorienta, hacia la selva y los campos abiertos que acabábamos de cruzar, y el “jaguar” materialmente concreto tenía todo el derecho de cortarnos el camino frente al camión.
Solo había un médico en el área, no había correo, electricidad, teléfono, telégrafo, había 3 jeeps viejos en todo São Felix y eran los únicos autos en el lugar.
Pedro Casaldáliga
Pedro hace un compromiso radical
Muy pronto, los problemas de tierra, la pobreza y la violencia contra los peones y los sin-tierra hicieron mella en Casaldáliga y su equipo: los primeros años, enterraron a cientos de “peones sin nombre” y “a menudo sin ataud”, que intentaban sobrevivir en esa tierra. Fue entonces cuándo decidieron comprometerse radicalmente con la gente.
Mato Grosso era, sigue siendo, una tierra sin ley. Alguien lo ha clasificado como el “estado corral” del país. No encontramos infraestructura administrativa, ni organización laboral, ni inspección. La ley era la ley del más fuerte. Del dinero y del 38. Nacer, morir, matar eran los derechos básicos. Verbos conjugados con increíble facilidad.
Pedro Casaldáliga, 1971
La construcción de una iglesia organizada y estructurada comenzó primero dedicándose a atender las necesidades más básicas de las familias: la salud y la educación fueron la prioridad. ¿Cómo celebrar misa o administrar los sacramentos sin comprometerse con las necesidades de las familias al mismo tiempo?
Gradualmente lograron construir una pequeña escuela (que, después, daría lugar a un proyecto pedagógico que se tornaría referencia en educación popular de la Amazonía); organizaron un puesto de salud y de primeros auxílios; hicieron de enfermeros y …, en esa acción, se fueron comprometiendo a favor de los “sin-tierra” y posicionando contra el latifundio.
Una iglesia que rezaba, celebraba misa y administraba los sacramentos como cualquier otra, pero que también se comprometió radicalmente en la defensa de los más pobres: los sin-tierra, los peones y los Pueblos Indígenas. Nunca hubo ninguna imposición o intención de evangelizar, en el sentido antiguo, arcaico y colonialista de la palabra.
El dia de la consagración com obispo
En julio de 1971, Casaldáliga recibió la carta del Vaticano con el nombramiento como obispo. Su respuesta, de estricta renuncia, estaba escrita y preparada para ser entregada a Nuncio. Sin embargo, el equipo pastoral y el Obispo Tomás Balduíno consiguieron que Casaldáliga cambiara de opinión y le pidieron que aceptara.
El altavoz que les brindava el cargo era único y la situación en la Amazonía tan gritante que demandaba que alguién fuera la voz de los sin voz. Aunque reacio a aceptar, su equipo se lo pidió haciéndole ver que quizás sería la única manera de hacer llegar su denuncia a las más altas esferas, sin tanto riesgo de las consecuencias. Tenía que aceptar. En aquél contexto, con aquella posición, ser Obispo era la única posibilidad que tenían.
Así, por decisión conjunta, el 23 de octubre, luego de un intento de asesinato que casi acabó con su vida, Pedro Casaldáliga sería ordenado Obispo de la Prelatura de São Félix do Araguaia.
«Al aire libre, junto al río Araguaia», Pedro fue ordenado por el arzobispo Fernando Gomes dos Santos, el arzobispo de Goiânia; Tomás Balduíno, obispo de la diócesis de Goiás y por el arzobispo Juvenal Roriz, obispo de Rubiataba, GO.
Imagen de uno de los momentos de la ordenación episcopal de Casaldáliga. La celebración fue al aire libre y asistió toda la gente de São Félix do Araguaia.
Esa noche del 23 de octubre de 1971, la bóveda celestial, las aguas de Araguaia y todos los que estábamos allí fuimos testigos de que algo nuevo estaba sucediendo. Un obispo rechazó las marcas de poder para sumergirse totalmente en la vida de la gente.
Antônio Canuto
Agente de Pastoral da Prelazia de São Félix do Araguaia
En la tarjeta-recordatorio de su ordenación, Pedro declaró el obispo que quería ser:
«Tu mitra será un sombrero de paja campesino; el sol y la luz de la luna; la lluvia y el sereno, la mirada de los pobres con los que caminas y la mirada gloriosa de Cristo, el Señor. Tu báculo será la verdad del Evangelio y la confianza de tu pueblo en ti. Tu anillo será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Libertador y la fidelidad a la gente de esta tierra. No tendrás otro escudo que la fuerza de la Esperanza y la Libertad de los hijos de Dios; ni usarás otros guantes que no sean el servicio del Amor».
Tarjeta original de recuerdo que se entregó a los presentes en la Ordenación Episcopal de Casaldáliga, en el río Araguaia, el 23 de octubre de 1971
La primera denuncia mundial sobre la situación de la Amazonía
En septiembre de 1970, Casaldáliga ya había escrito la primera denuncia sobre la situación de esclavitud en la que se encontraban la mayoría de los trabajadores agrícolas de la región: en “verdaderos campos de concentración”.
Sin embargo, el mismo día de su consagración episcopal, publicó, clandestinamente, un documento-denuncia que es, todavía hoy, “uno de los más importantes en la historia de la lucha por la tierra en Brasil”.
El informe consta de más de 80 páginas con datos estadísticos, referencias y análisis que denuncian la gravedad de la situación amazónica. El documento citaba abiertamente nombres de compañías, propietarios y gerentes; informaba sobre casos concretos de violencia y de vulneración de derechos y hacía posible que Brasil supiera, por primera vez, que en la distante Amazonía había trabajo esclavo, explotación y asesinatos por “causa de la tierra”.
El impacto del documento de Casaldáliga, ya obispo, resonó en todo Brasil
La noche del día en que firmé el documento, era noche de “luz de luna”, salí a ver la gran luna, respiré el aire más fresco y me ofrecí al Señor. Entonces sentí que con el documento también podría haber firmado mi propia pena de muerte; Al menos acababa de firmar un desafío.
De hecho, unos días después comenzó a llegar la advertencia de uno de los terratenientes y buscadores de tierras más grandes de Brasil, tantas veces más tarde repetida por muchos otros terratenientes, voces eclesiásticas, “amigos”: se suponía que no debía entrar en estos problemas porque podría acusarme de ser subversivo; de hecho, la policía federal nos estaba controlando; el delegado adjunto de Sao Felix era un agente; los granjeros me demandarían; etc.
Pedro Casaldáliga
El documento fue publicado en la mayoría de medios de comuncación brasileños y suscitó la airada reacción del gobierno militar.
No había vuelta atrás: la Prelatura de San Félix de Araguaia y su Obispo recién consagrado, optaban radicalmente por los pobres y se oponían a los grandes propietarios. En cada gesto, en cada palabra y en cada documento.
El mismo día de su ordenación como obispo, Pedro Casaldáliga publicó un amplio documento donde denunciaba la situación de esclavitud en que vivían la mayoría de los campesinos de la Amazonia. El documento también cuestionaba a la jerarquía de la iglesia y ponía nombre a los opresores … pronto la represión cayó sobre él y su equipo. Sin embargo, poco después aquel documento cambiaría la historia de la Amazonía.
El mismo día en que fue consagrado obispo de la Prelatura de São Félix do Araguaia, el 23 de octubre de 1971, Pedro Casaldáliga publicó la primera denuncia global sobre la situación en la Amazonia.
La carta pastoral «Una Iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social» se convertiría en un documento histórico que, impreso clandestinamente y enviado a la mayoría de medios de comunicación brasileños, significó un punto de inflexión en la reivindicación y la defensa de los pueblos indígenas, de las familias de campesinos, del medio ambiente, de la situación de las mujeres y de la lucha por la tierra.
Era la primera vez que un obispo se posicionaba clara, abierta y públicamente sobre lo que pasaba en la Amazonia. Casaldáliga aportaba datos, estadísticas, casos y testigos concretos para poner nombre y apellidos a los explotadores. Era la primera vez que ese Brasil continental -que vivía de espaldas a la lejana Amazonia, era conocedora de la realidad de explotación y violencia que se estaba imponiendo en aquella región aislada.
En aquellos años, las tierras de Mato Grosso estaban dominadas por la superposición de títulos de propiedad, heredados principalmente de la Ley del suelo de 1850, que distribuía ilegalmente territorios ancestrales indígenas, creando grandes explotaciones, algunas de hasta 7.000 kilómetros cuadrados. Eran tierras de pistoleros, de abandono legal e institucional. Allí, la violencia era el método mediante el cual se resolvían todos los conflictos. Casaldáliga enterró a muchos campesinos sin tierra e indígenas en aquellos tiempos.
¿De qué hablaba concretamente el documento?
A lo largo de más de 80 páginas repletas de referencias a estudios sociológicos y antropológicos que puntualmente se habían hecho en aquella región, el documento pastoral del obispo Pedro analizaba con rigor la situación de esclavitud y violencia en que vivían los pueblos y las comunidades del Amazonas; denunciaba los problemas ambientales que comenzaban a percibirse como tales; y, sobre todo, ponía nombres y apellidos a los responsables del genocidio que los terratenientes estaban llevando a cabo con la complicidad del gobierno militar brasileño.
El documento recogía además testigos de la explotación, apuntando directamente los nombres de los responsables -algunos grandes propietarios de tierras- e informaba, sin intermediarios, de la situación de los sin-tierra, los indios y los trabajadores brazales.
Los primeros pioneros de la región son los llamados «posseiros» (personas que no tienen el título de propiedad de su tierra). Viven aquí desde hace 5, 10, 15, 20 y algunos hasta 40 años. Cultivando con los métodos más primitivos, plantando arroz, maíz, yuca. Agricultura de pura subsistencia. Criando ganado.
No hay asistencia sanitaria ni higiénica, no hay protección legal, ni hay medios técnicos disponibles. Se juntan en poblados pequeños, llamados «Patrimonios» (que el estado les venía como tierras vírgenes – Santa Terezinha, Porto Alegre, Cedrolândia, Pontinópolis) o esparcidos por el campo a una distancia de 12 a 20 km unos de otros. Pedro Casaldáliga, 1971
En los años 60 y 70, la Amazonia era el vasto territorio que la dictadura brasileña se obsesionaba en «desarrollar«. Era el territorio «salvaje» al que la mayoría del país daba la espalda deseando mirar hacía la supuesta «modernidad». Una extensión equivalente a la mitad de toda Europa que el gobierno brasileño pretendía repartir entre sus amigos y las grandes empresas que apoyaban al régimen, aprovechando la falta de interés que despertaba.
Por eso, cuando casi nadie hablaba de la causa indígena; cuando la preocupación por el medio ambiente no estaba en la mesa de ninguna discusión; y cuando la extrema pobreza de los trabajadores rurales, a menudo esclavizados, era un tema alejado de cualquier foco de la prensa o de la Iglesia, esta Carta Pastoral de Casaldáliga sacudió el país, destapando su vergüenzas. Fue un golpe directo a la propaganda de la dictadura que vendia un país en «crecimiento, hacia el desarrollo». Por primera vez, se internacionaliza la crueldad de la situación económica, social y ambiental de la Amazonia.
¿Cuál fue el impacto del documento?
El documento tuvo que ser impreso fuera de la región del Araguaia por la fiel colaboradora de Casaldáliga, la hermana Irene Franceschini. Con estas palabras nos lo explica Martixu Ayuso, de la Fundación Pedro Casaldáliga:
Aquella mujer que, en plena dictadura, llevó la primera carta pastoral del Pedro Casaldáliga como obispo dentro de una caja envuelta en un pañuelo en un avión militar! Cuando se le preguntó qué llevaba, respondió «medicamentos, alguna ropa, cosas poco importantes … si desea abrirla …».
La carta-documento del obispo Pedro se hizo eco en la mayoría de periódicos y publicaciones de Brasil y provocó una revolución en plena represión militar.
En aquella época, los intereses económicos y los amigos del régimen se estaban repartiendo el centro-oeste del país a costa de los pueblos indígenas y del medio ambiente, y un obispo como Casaldáliga molestaba y ponía los focos mediáticos sobre la Amazonia.
Después de varios meses de rumores y calumnias, amenazas de arresto, de muerte, de «visitas» de la policía y el ejército federal, (…) la primera semana de septiembre, el señor Ariosto da Riva, padre y mentor de los terratenientes, acompañado de un sacerdote, se presentó al Señor Nuncio en Río [de Janeiro] para intentar evitar mi consagración [como obispo] …
Y es que, como afirma el sociólogo José de Souza Martins (1995), “el documento es uno de los más importantes de la historia social de Brasil” y eso no lo podían tolerar los militares y tampoco la complaciente jerarquía de la Iglesia.
En su carta pastoral de 1971, Casaldáliga propone una nueva manera de ver esta [sobreexplotación y falta de derechos de los trabajadores rurales], hace una denuncia larga y dura e inicia una trabajo pastoral consistente en la Prelatura que empieza primero desnaturalizando esta violencia y luego construyendo una red de solidaridad entre los trabajadores migrantes y la iglesia local. Lucilene Aparecida Castravechi. XXVII Simposio Nacional de Historia. Natal 2013.
«Después de la publicación de esta carta-documento, que se hizo eco en la Iglesia, interna y externamente, otros documentos del mismo carácter comenzaron a aparecer en diferentes regiones brasileñas. De los obispos del noroeste llegó el texto “He oído los gritos de mi pueblo”, en 1973. El mismo año, los obispos y misioneros del Amazonas publicaron el documento urgente “Y-Juca-Píramo. El indígena: aquel que debe morir”.
Desde el oeste del país, sus obispos publicaron también el texto “Marginación de un pueblo, el clamor de las iglesias” en 1974.
Pero no sería hasta casi 10 años después de la denuncia de Casaldáliga, en 1980, que la CNBB [la Conferencia Episcopal Brasileña] se manifestaría oficialmente ante la situación que se estaba viviendo en la Amazonía. El documento titulado “La iglesia y los problemas de tierra” «analizaba y denunciaba los impactos del desarrollo capitalista en el campo brasileño», nos cuenta Marco António Mitidero, de la Universidad Federal de Sergipe.
Lea el texto del documento original, traducido al castellano
¿Cuál es la relevancia social, política y eclesial de los 50 años del Obispado de Pere Casaldáliga en São Félix do Araguaia? Como hicieron un grupo de religiosos y militantes para hacer frente a los «dueños de los latifundios y del Estado dictatorial» y en las «estructuras de la propia iglesia»?
Conoce de la mano de Antonio Canuto la organización interna, la acción política, la actividad pastoral y la labor social que han hecho del Obispado de São Félix do Araguaia «una referencia obligada para la comprensión de los proyectos económicos y los modelos de sociedad que estaban en disputa en la Amazonia; así como de los proyectos eclesiales enfrentados.»
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«Desde su nacimiento, el Obispado de São Félix do Araguaia puso en el centro de sus preocupaciones los graves crímenes contra los pueblos indígenas, los ribeirinhos, los posseiros (sin tierra) y otros pueblos tradicionales y contra la espantosa devastación de la Amazonia.
La lucha de David contra Goliat, que además se libró en medio de las circunstancias más desfavorables, mientras tenían en contra el gobierno militar y su proyecto de «ocupación» y «desarrollo» de la Amazonia que se estaba llevando a cabo con mano de hierro, sin ningún respeto por el pueblo que vivía allí y sin ningún tipo de cuidado por la naturaleza. El gobierno financió la implantación de grandes latifundios en la Amazonia y ‘legalizó’ así la ocupación del territorio, la deforestación de la selva y su conversión en grandes áreas de pasto.
El obispado tenía en contra a todo el gran capital nacional e internacional, tanto el comercial como el industrial y el financiero. El capital gozaba de exención de impuestos, de grandes subsidios, de financiaciones públicas generosas, y además de todo el apoyo militar y jurídico que fuera necesario para incentivar e, incluso, para encubrir los crímenes ambientales y humanos que estaban cometiendo.
Fotograma de la mini-serie «Descalzo sobre la tierra roja» emitido en 2012.
El Obispado de Casaldáliga sufrió también el ataque sistemático de la prensa escrita, radiofónica y televisiva: periódicos y revistas, radios y cadenas de televisión, pusieron en marcha una guerra constante de informaciones distorsionadas, calumnias, mentiras y difamaciones con las que se tildaba a aquella iglesia de estar «contra el progreso» del país y vinculada a intereses extranjeros que perseguían la «internacionalización de la Amazonia».
La estrategia de aquella Prelatura era que el grito ahogado de los expulsados de su tierra, de los indígenas desplazados o diezmados llegara a la opinión pública y sensibilizara así al resto de la Iglesia y de la sociedad.
Todo lo que pasó en el Obispado de São Félix, fue un «trailer» del desastre anunciado que se extendería por toda la Amazonía en los años posteriores, con una diferencia notable: Desde el primer momento, en la Prelatura se documentó la denuncia de los excesos ambientales y sociales sufridos y también de la resistencia valerosa de los pequeños campesinos con el apoyo de la Iglesia local. La estrategia era que el grito ahogado de los expulsados de su tierra, de los indígenas desplazados o diezmados llegara a la opinión pública y sensibilizara así al resto de la Iglesia y de la sociedad.
El Obispado de Casaldáliga se situó al frente o al lado de las principales iniciativas que se enfrentaban a esta situación crítica ecocida en relación con la tierra, las aguas y la selva; etnocida en relación con los pueblos indígenas; genocida en relación con los sin tierra y los ribeirinhos.»
«Vientos de profecía en la Amazonia» quiere hacer desaparecer el riesgo de perder la memoria subversiva de lo que ha representado para la Iglesia y la sociedad, el profetismo del Obispado de Sao Félix do Araguaia.
Portada de la edición brasileña: «Ventos de profecía na Amazônia»
El libro está dividido en cinco bloques:
1. El primero nos permite conocer cómo se organizaban las comunidades antes de la llegada de Pedro Casaldáliga.
2. La segunda parte lleva por título: «Una Iglesia perseguida en tiempos de represión» y nos permitirá descubrir cómo es que el aquel pequeño Obispado de la Amazonia se encontró en el ojo del huracán al oponerse valiente y proféticamente a la violencia de los terratenientes.
3. La tercera parte está dedicada a mostrarnos la vida interna de aquella Iglesia. Descubriremos cómo eran sus comunidades de base y pastorales, cómo fue el nacimiento de los ministerios laicales, cuál era el papel de las mujeres y cómo se tomaban las decisiones administrativas que fundamentaron aquella comunidad enfrentada a los grandes intereses.
4.En la cuarta parte conoceremos las acciones pastorales, sociales y políticas del Obispado, en el campo de la comunicación con su boletín mensual Alvorada, en el campo de la educación popular e indígena, de la cultura, de la salud, de la militancia a favor de los derechos humanos y de las estrategias que se siguieron en las tareas de formación y actuación en el ámbito político y social.
5. La última parte está dedicada a explicarnos cómo fue la renuncia del obispo Casaldáliga, presentada en cumplir los 75 años, el día 16 de febrero de 2003. Así, nos adentraremos en los detalles de la angustiosa espera por el nombramiento de su sucesor y la llegada, finalmente, del nuevo obispo en 2005.
El prólogo de Óscar Beozzo finaliza:
«Felicitaciones a su autor, Antônio Canuto, y mi agradecimiento profundo por haber recuperado la historia del Obispado de São Félix do Araguaia, insertado en la caminhada de la Iglesia de Brasil y compañera y socia de tantas otras Iglesias de la Patria Grande Latinoamericana, pasión y compromiso de toda una vida, por parte de Pedro Casaldáliga.»
En São Félix do Araguaia, las comunidades rurales continúan inmersas en la lucha contra la COVID-19 que asola el mundo. Para decenas de familias de pequeños agricultores, trabajar y vivir de la tierra significa también gestionar los afectos, los ánimos y los sentimientos frente al dolor de la pérdida y la tristeza que provoca una enfermedad que ya ha matado a casi 450.000 personas en todo Brasil.
La receta para estos meses es el cuidado de la convivencia familiar, el valor de la presencia solidaria y de las condiciones de salud de los seres queridos. Destinar tiempo para las oraciones o los recuerdos que nos conectan con lo divino y también, lógicamente garantizar una buena alimentación para toda la familia. Ahora más que nunca, el cuidado de los huertos familiares se ha vuelto fundamental.
Família Alderice Silva de Sousa, Casulo Vida Nova – Foto de Lucas Pimentel.
Junto a estas familias campesinas, nuestra socia local, la Asociación de Educación y Asistencia Social Nossa Senhora da Assunção (ANSA), junto a Manos Unidas y MISEREOR han ampliado y reforzado el apoyo a aquellas actividades productivas más orientadas a garantizar la seguridad alimentaria. Por eso, se han distribuído más materiales y hemos reforzado el asesoramiento técnico en las huertas y en las plantaciones de frutas, que también forman parte de un ciclo virtuoso que busca la mejora de la alimentación y la generación de ingresos.
Otras cadenas productivas que estamos incentivando son la recolección de semillas forestales que se venden a la Red de Semillas del Xingu para la recuperación de áreas degradadas y la fábrica de pulpa de fruta «Araguaia Polpa de Frutas», que transforma en zumo natural la fruta recolectada por las familias que viven en los asentamientos de la región.
Sandra Brito de Moraes – Foto de Lucas Pimentel.
Actualmente, treinta y una familias han podido ampliar sus huertas y garantizar una alimentación de calidad para todos sus miembros. En una segunda etapa, que iniciaremos con las primeras lluvias, 28 familias más podrán tener sus propias huertas.
Se trata de iniciativas marcadas por el protagonismo de las mujeres, que demandaron la adopción de medidas para mejorar la alimentación de las familias en situación de vulnerabilidad.
Actualmente, treinta y una familias están siendo atendidas en las acciones de asistencia social desarrolladas por nuestra socia local ANSA mediante la mejora de pequeños huertos y gracias a la concesión de mini-créditos solidarios para apoyar otras iniciativas de generación de ingresos en las comunidades. En una segunda etapa, 28 familias más podrán organizar sus huertas y mejorar sus plantaciones de árboles frtuales en los asentamientos Dom Pedro, Mãe Maria, Casulo Vida Nova, Casulo Boa Esperança, PDS Bordolândia, Zeca da Doca y Patizal P.A.
La planificación de las huertas y frutales se hace colectivamente, teniendo en cuenta las características de cada familia y de cada área. Después, decidimos juntos/as los materiales que cada huerta necesitará, se compran y las transportamos hasta las casas. Mientras, cada familia prepara el espacio para la plantación, lo cerca para que no entren animales, abona, etc. Después viene la siembra de hortalizas como lechuga, rúcula, tomates, repollo, cilantro, cebolla, berenjena,…y muchas otras variedades locales. Siempre, sin uso de venenos.
Família Alderice Silva de Sousa, Casulo Vida Nova – Foto de Lucas Pimentel.
Con ello, esas familias profundizan en el cuidado de la salud en esta época de pandemia, poniendo en práctica los principios fundamentales para superar el COVID-19: buena alimentación, cultivo de buenas relaciones familiares y seguimiento de los protocolos de distanciamiento social necesarios para la protección de la vida y el cuidado de los demás. Con el aumento de los casos de COVID-19 en las comunidades, estos cuidados se han intensificado cada vez más para evitar la propagación del virus.
Además de estas acciones destinadas a la Sobernia Alimentaria de las familias, ha sido necesario garantizar que todas las familias contaban con los equipos de protección necesarios y para ello hemos distribuído kits con productos de higiene como mascarillas desechables, alcohol en gel, jabón en barra y jabón en polvo, etc.
Desde el inicio de la pandemia que comenzó en marzo de 2020, se han entregado también más de 200 cestas de alimentos a familias en situación de vulnerabilidad social, que no tenían lo mínimo para alimentarse.
Más de 200 familias recibieron cestas con productos alimentarios básicos
Para continuar la lucha y vencer el coronavirus, la Agente de Salud de la comunidad rural llamada “Trevo do Macaco”, en el Asentamiento Dom Pedro de São Félix do Araguaia, Rosilene Alves da Silva, lamenta que algunas personas, aunque sean una minoría, a pesar de tantas muertes causadas por la enfermedad, continúan negándose a seguir las directrices de los agentes de salud para adoptar cuidados preventivos como el aislamiento social, el uso de mascarillas y la realización de procedimientos higiénicos rigurosos que pueden salvar vidas.
Hasta finales de junio, el COVID19 ha provocado 34 muertes sólo en el municipio de São Felix do Araguaia y ha causado más de 530.000 en todo el país.
Rosilene destaca la importancia de la vacuna y dice que el coronavirus llegó para quedarse. Para ella, todo este cuidado es una expresión de amor al prójimo, impidiendo que los seres queridos tengan que despedirse de nosotros, debido al agravamiento de la enfermedad, que hasta fines de junio ya ha provocado 34 muertes sólo en el municipio de São Felix do Araguaia y causó más de 530 mil en todo el país.
Mientras las vacunas no están disponibles para todos, sólo la responsabilidad social y el amor al prójimo pueden salvarnos de la pérdida de tantas vidas y cada uno de nosotros puede marcar la diferencia tomando conciencia de la importancia de los cuidados preventivos no farmacológicos como el uso de mascarillas, el distanciamiento social y la limpieza cuidadosa cada vez que sea necesario acudir a lugares de gran circulación de personas como bancos y supermercados.
Unamos nuestras manos y continuemos con la fuerza de la agricultura familiar para sembrar buenas semillas, buenas prácticas y ser conscientes ante esta situación dramática.
Para actualizarse sobre los casos de COVID19 en Brasil, pueden acceder a datos oficiales: AQUI.
«Que Pedro sembró es una evidencia». Es una de las muchas frases que este lunes por la noche han demostrado que el legado de Pedro Casaldáliga continua muy vivo. Doscientas personas se han reunido en Barcelona la víspera de San Pedro para agradecer la maestría del que fue obispo de São Félix do Araguaia. Con un encargo compartido: el mundo sigue herido y es necesario militar en la esperanza .
Pocos líderes religiosos consiguen tanto quórum en su predicación. A nadie se le ha hecho extraño que este lunes se haya hablado del «Reino de Dios» en la plaza del Rey. Una promesa evangélica que Casaldáliga persiguió para hacer llegar la justicia y la paz para todos. Y hacerlo «aquí y ahora», como han subrayado los periodistas Antoni Bassas y Mònica Terribas, conductores de este homenaje cívico. Un acto organizado por el Ayuntamiento de Barcelona, la Asociación Araguaia y la Fundación Pedro Casaldáliga que se ha emitido en directo y que se puede recuperar aquí.
Uno de los vídeos que se han proyectado durante el homenaje ha recordado el testamento vital del obispo Pedro: «Opten verdaderamente por los pobres, optemos por una Iglesia-comunidad, de hermanos y hermanas iguales, sin poder», decía. Decenas de representantes de entidades diversas, amigos y compañeros de militancia, desde Cataluña al Mato Grosso, subrayaron su estilo de vida sobrio y coherente. Y han descrito «el privilegio» de haber conocido una persona excepcional. Ejemplo honesto, un referente ético para los descreídos. Como ha dicho el periodista y activista social David Fernández: «Pedro Casaldáliga siempre será la utopía fértil; las cosas bien hechas, las de verdad, duran para siempre».
«Muchas gracias a todas las entidades amigas que han asumido las causas del Pedro como herramienta transformadora de toda la sociedad», dijo Gloria Casaldáliga, presidenta de la nueva Fundación Pedro Casaldáliga. «Sabemos que vivimos tiempos complejos y que la tarea no será sencilla», ha apuntado y ha recordado las dificultades que vive Brasil y la región del Araguaia.
También se han sumado las voces del actor Eduard Fernández, del teólogo y colaborador de la Agenda Latinoamericana Jordi Corominas, de la artista catalano-brasileña Priscila Barbosa, del activista Arcadi Oliveres, poco antes de su muerte, así como los testimonios del capuchino Michael Moore, del abad de Montserrat, Josep Maria Soler, de la dominica Lucía Caram o de la actriz Núria Valls, entre otros amigos y compañeros de Casaldáliga.
Como religioso, como obispo en Brasil, como poeta universal, Pedro defendió siempre los derechos de los agricultores y de los sin tierra. Lo hizo con sensibilidad poética, con tenacidad y también con sentido del humor. «A mis católicos y católicas de Cataluña: debemos tomarnos la Iglesia con un poco de buen humor», decía. Y sobre todo, sostenida en la esperanza, eje de este nuevo homenaje conjunto.
Han asistido al homenaje una buena representación de los misioneros claretianos en Cataluña, como Joan Soler, de la Asociación Araguaia, el provincial de San Pablo, Ricard Costa-Jussà, el delegado en Cataluña, Máximo Muñoz, el presidente de la ONG enlace Solidario, Josep Roca, y la directora del Casal Claret de Vic, Anna Larios. También ha habido representación política, como la alcaldesa de Balsareny, pueblo natal de Casaldàliga, Noelia Ramírez, y Albert Batlle, concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. Así como de familiares de Casaldáliga y de personalidades y entidades amigas, como la teresiana M. Victoria Molins, la delegada de Manos Unidas Barcelona, Mireia Angerri, Eudald Vendrell, Miquel Torres y Josep Maria Fisa, presidente, director y consiliario de Justicia y Paz Barcelona respectivamente, Xavier Garí en representación de Cristianismo y Justicia.
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