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La educación como instrumento de lucha y transformación social

La educación como instrumento de lucha y transformación social

El mundo vive hoy los efectos devastadores de la pandemia causada por el COVID-19 (sistemas de salud colmados de personas contaminadas por el virus o buscando tratamiento para las secuelas causadas por este), cortes en los fondos de la salud, educación y cultura; tercerización de la educación y homogeneización de la enseñanza; crecimiento de los índices de evasión y abandono escolar, aumento del veneno en nuestros platos(con autorización de los “Representantes del pueblo”), exterminio deliberado de negros pobres y mujeres y una guerra devastadora más, protagonizada por Rusia y Ucrania y sus aliados.

El escenario caótico de incertezas y de desmonte de las conquistas populares ocasionado por las acciones deliberadas del neoliberalismo globalizado se ha materializado en un complejo de crisis (crisis política, ambiental, económica, del sistema de salud, de educación…) que aumenta la marginalización y las incertezas, especialmente, de las clases populares.

Frente a las incertezas, la sociedad busca alternativas para la mitigación de sus dilemas. La educación todavía es presentada como una de las estrategias de enfrentamiento de las crisis humanitarias, sobre todo, de las desigualdades y de las injusticias sociales. En esta perspectiva nos referimos al pensamiento del filósofo Theodor Adorno que defendió en 1969 la educación para la emancipación como única forma de evitar la repetición de la barbarie que llevó la Alemania nazi de Hitler a Auschwitz. “Cualquier debate acerca de metas educacionales carece de significado e importancia frente a esa meta: Que Auschwitz no se repita” (ADORNO, 1995, p.119)

“Enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo”.

Paulo Freire

En perspectiva semejante, Paulo Freire, educador brasileño, propone la educación como posibilidad emancipatoria. Concibe la educación como un acto eminentemente político, que debe ser tomado como práctica liberadora; Freire idealizó un proyecto de educación referenciado en la realidad concreta de la clase trabajadora, con el propósito de promover, a partir de la lectura crítica del mundo y de la palabra, la formación de la conciencia, al punto de que hombres y mujeres de la clase trabajadora se tornan sujetos de sus acciones y de su historia. Sobre el papel de la educación, decía Freire (1996, p.61), “Enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo”.

De la misma forma Pedro Casaldáliga al llegar a la región del Araguaia, Nordeste de Mato Grosso Brasil, en 1968, donde predominaban el analfabetismo, la ausencia de política pública de salud, educación, trabajo y una intensa concentración de tierras en pocas manos, cuyas consecuencias eran y son la explotación de la clase trabajadora y frecuentes conflictos por la reforma agraria; vio en la educación un instrumento de lucha y una posibilidad de liberación de la población pobre y marginada de los programas sociales. Por lo tanto, la educación en la época fue pensada en la perspectiva de la educación que “Se basa en el Diálogo de la Pedagogía Crítica, con objetivos políticos de emancipación, de lucha por justicia e igualdad social” (CALDART, 2004, p.18).

Huellas de la Educación en el Araguaia

Una lectura atenta de las huellas de las luchas de resistencia en defensa de la tierra para los trabajadores de la agricultura familiar, en defensa de las causas indígenas, de la salud de la educación trabadas en el Araguaia, Sertón, Matogrossense puede traernos elementos importantes para la reivindicación de las luchas de ahora. Con la llegada de Pedro Casaldáliga, la región vio nacer una nueva forma de ser iglesia, bajo el liderazgo de Casaldáliga, además de cuestiones esencialmente religiosas, se asumieron también cuestiones sociales, con el firme propósito de construir mecanismos de emancipación de los pobres y marginalizados – indios, peones y trabajadores de la agricultura familiar de la región que comprende la Prelatura de Sao Félix do Araguaia – MT.

La glocalización de la educación en la región del Araguaia por la ventana de Casaldáliga

Mientras actuó como obispo de la Prelatura de Sao Félix do Araguaia, Casaldáliga siempre apoyó los grandes proyectos educacionales en la región y se hizo presente en todos los momentos y Muestras Regionales de Educación del Araguaia. Y en la ocasión de la 5ª Muestra él hizo un pronunciamiento muy lúcido e impactante que dejó en evidencia su concepto y las configuraciones de la educación forjada en el Araguaia. Abordó la educación en la perspectiva de la glocalización (término muy utilizado por él).

Según Casaldáliga, la naturaleza, la relevancia y los efectos del sentido, producidos en y por la educación en el Araguaia no son suficientes para imponer un carácter de “glocalización”.

Continuó: “Modestamente pero también con la satisfacción histórica, podemos recordar que en nuestra región, en este recinto que se extiende entre el Araguaia y Xingú, del Pará al Travesão, por cuenta de ciertas administraciones populares y con la ayuda de la Prelatura, la globalización y la educación para la globalización han sido una constante; en la aplicación del método Paulo Freire en plena dictadura militar (lo que nos costó la represión conocida); en el famoso gimnasio del Araguaia GEA; en la actividad constante de pesquisa, archivo, publicaciones… En las iniciativas culturales del Araguaia Pan y Circo, en el teatro de los grupos de jóvenes, en actividades de los grupos de comadres, en el estímulo a la capoeira y otras manifestaciones de cultura popular; en la propia opción pastoral de la Prelatura, como Pastoral liberadora y en red de comunidades. En las actividades indigenistas, en las actividades de la Asociación de Educación y Asistencia Social Nuestra Señora de la Asunción – ANSA; en las bien sucedidas experiencias de formación de profesores, en cursos ad hoc como Inajá, Arara Azul, GerAção, Pro formación, Parcelada y está muestra Regional de Educación… En la constante apertura a las luchas de Brasil y de América Latina en general, sobre todo de la querida Centroamérica en la vivencia solidaria de la intersectorialidad mejor diciendo solidaridad que viene solidaridad que va. São Félix do Araguaia es una humilde, pero real referencia de glocalización; estamos entre el Araguaia y el Xingu, ¡estamos en América Latina estamos en el mundo! (CASALDÁLIGA, 2004, palestra en la V Mostra Regional de Educação do Araguaia).

De acuerdo con Casaldáliga (op. cit), “La educación en el Araguaia es una real referencia de glocalización”, pues se hace presente en América Latina y para el mundo.

Solidaridad que viene, solidaridad que va

Una lectura crítica de las huellas de la educación en la región de la Prelatura de São Félix do Araguaia, en un periodo que va desde 1970 a 1990 podrá confirmar el potencial y las posibilidades creadas, a partir de proyectos de educación de principios libertadores que promueven la visibilidad social de la clase trabajadora, que pauta cuestiones de la tierra, de la salud, del medio ambiente, de las diversidades y de los Derechos Humanos conforme defendieron Adorno, Paulo Freire y Pedro Casaldáliga. Experiencias como esta pueden darnos la llave de la lectura para esperanzar, pues conforme al poeta Thiago de Mello:

“Es tiempo sobre todo de dejar de ser apenas la solidaria vanguardia de nosotros mismos, se trata de ir al encuentro. Duro en el pecho arde la límpida verdad de nuestros errores, se trata de abrir el rumbo. Los que vendrán serán Pueblo y saber serán luchando”.

 

Lourdes Jorge i Luiz Paiva
São Félix do Araguaia, MT
Publicado primero en la Agenda Llatinoamericana Mundial del 2023

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La utopía continúa

La utopía continúa

¡Tan sólo hay un problema, sólo un problema, en todo el mundo!: Devolver a los hombres un significado espiritual, inquietudes espirituales. Hacer que caiga sobre ellos una lluvia que se asemeje a un canto gregoriano. Antoine de Saint-Exupéry

 

La Utopía no es una quimera sino un desafío. Por eso tenemos que preguntarnos cómo vamos de Utopía.

Preocupados por la construcción diaria de la política como arte de lo posible, ¿perdemos de vista lo que parece imposible y sin embargo es necesario? ¿Hay que conformarse con elegir gobiernos más o menos de izquierda y continuar, sumisos o derrotados, dentro del sistema capitalista de derecha? ¿Qué queda de la vieja disyuntiva capitalismo-socialismo?

¿Ya no es posible el socialismo? ¿Hemos llegado tarde? ¿No sigue siendo la Utopía «necesaria como el pan de cada día»?

No falta quien afirme que ya pasó la hora de las derechas y las izquierdas. A esta afirmación el humorista responde: «El que no haya derecha ni izquierda, no significa que no haya arriba y abajo»; «los que tienen y los que no tienen», diría Cervantes). ¿Ya no es posible el socialismo? ¿Hemos llegado tarde? ¿No sigue siendo la Utopía «necesaria como el pan de cada día»?

¿Pero qué socialismo o socialismos? Abogamos por un socialismo nuevo. Con la novedad de una democracia radicalizada, universal, económica, social y cultural. «No habrá socialismo, afirma Boaventura de Sousa Santos, y sí socialismos. Tendrán en común reconocerse en la definición de socialismo como democracia sin fin».

Nos preguntamos: ¿qué cambios hemos experimentado en función de las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Qué actitudes, qué acciones son de esperar hoy de una militancia socialista? Nadie nace socialista, el socialista se hace. Personalmente y comunitariamente. Hay valores referenciales, eso sí, que son columnas maestras del socialismo nuevo: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.

Un socialismo que merezca este nombre, rechaza, por definición, toda dictadura y todo imperialismo; y también toda democracia que sea apenas formal.

«No hay estructura socialista, insiste Fray Betto, que produzca, por efecto mecánico, personas de índole generosa, abiertas al compartir, si no se adopta una pedagogía capaz de promover permanentemente emulación moral, capaz de hacer del socialismo el nombre político del amor». «Es ilusión voluntarista, advierte Wladimir Pomar, establecer formas rígidas para las transformaciones necesarias y para la radicalización de la democracia… Ellas, las transformaciones, dependen de muchos factores que trascienden nuestro simple deseo y demandan tiempo y sudor. Sin una visión clara al respecto cualquier socialismo corre el riesgo de resbalar, tanto para el democratismo caótico como para el autoritarismo». Evidentemente un socialismo que merezca este nombre, rechaza, por definición, toda dictadura y todo imperialismo; y también toda democracia que sea apenas formal.

Trabajar en red significa hacerlo de un modo horizontal pero coordinado, crecer desde abajo y de modo descentralizado, alimentar la autogestión y la acción directa.

Agustí de Semir constata que «dadas las trampas de la democracia son muchos los que se sitúan fuera del sistema y hablan de trabajar en red. Hacen la lucha desde otro punto de partida, con foros sociales, ocupación de tierra, acogida de emigrantes, medios de comunicación alternativos, etc. Trabajar en red significa hacerlo de un modo horizontal pero coordinado, crecer desde abajo y de modo descentralizado, alimentar la autogestión y la acción directa».

«Socialismo, por tanto, afirma Paul Singer, significa una economía organizada de tal modo que cualquier persona o grupo de personas tengan acceso a crédito para adquirir los medios de producción de que necesitan para desarrollar actividades de su elección. Esto implica, evidentemente, la eliminación de la pobreza, de la exclusión social…».

El sociólogo François Houtart propone cuatro principios-objetivos para un socialismo nuevo:

  • Prioridad de una utilización renovable de los recursos naturales.
  • Predominio del valor de uso sobre el valor de cambio.
  • Participación democrática en todos los sectores de la vida colectiva.
  • Interculturalidad.

Anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

La Utopía continúa, a pesar de todos los pesares. Escandalosamente desactualizada en esta hora de pragmatismo, de productividad a toda costa, de postmodernidad escarmentada. La Utopía de que hablamos la compartimos con millones de personas que nos han precedido, dando incluso la sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Esta Utopía está en construcción; somos obreros de la Utopía.

La proclamamos y la hacemos; es don de Dios y conquista nuestra. Con esta «agenda utópica» en la mano y en el corazón, queremos «dar razón de nuestra esperanza»; anunciamos e intentamos vivir, con humildad y con pasión, una esperanza coherente, creativa, subversivamente transformadora.

 

Pedro Casaldáliga
Agenda Latinoamericana Mundial de 2009

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El cristianismo no ha hecho más que comenzar

El cristianismo no ha hecho más que comenzar

Esta frase del sacerdote y teólogo cristiano ortodoxo ruso Alexander Men (1935-1990), último sacerdote asesinado por la KGB soviética, puede desconcertar a quienes recuerdan 2000 años de cristianismo, con numerosos mártires, santos y santas, catedrales, Sumas Teológicas y misiones evangelizadoras.

Alexander Men no se limita a lamentar los pecados y llagas de una Iglesia santa y pecadora, ni dice que el cristianismo todavía no exista, sino que intuye que el cristianismo todavía no ha desarrollado todas sus inmensas potencialidades evangélicas, teológicas y pastorales. Más que mirar con nostalgia un pasado cristiano que ya no existe, hemos de ir adelante para evangelizar el mundo de hoy secularizado, agnóstico y postmoderno.

Intentemos desarrollar y concretar la intuición de Alexander Men:

  • El laicado, que constituye la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, que ha recibido el bautismo y la unción del Espíritu, ha quedado marginado y pasivo en una Iglesia clerical.
  • La mujer no ocupa, en la Iglesia patriarcal y machista de hoy, el lugar que el Señor le ha destinado y que el evangelio anuncia.
  • El Espíritu Santo ha quedado relegado y olvidado en  la práctica, con lo cual el cristianismo, sobre todo el cristianismo latino, queda reducido a doctrinas, leyes y ritos, sin una vivencia espiritual ni una verdadera alegría.
  • La identidad cristiana no ha tenido suficientemente en cuenta la presencia salvífica del Espíritu del Señor en todas las religiones y culturas, también en la ciencia y antropología moderna.
  • El magisterio eclesial, la teología y la pastoral no han tomado en serio el que a los pequeños y sencillos han sido revelados los misterios del Reino y que los pobres son un lugar de revelación.
  • El cristianismo se ha abierto tarde y tímidamente a la ecología, que ofrece inmensas perspectivas teológicas, espirituales y prácticas.
  • Una lectura muy literal y fundamentalista de la Escritura, desde el Génesis al Apocalipsis, genera en el Pueblo cristiano una visión del origen y del fin de la vida cósmica y personal que es incompatible con el pensamiento científico y humanista moderno y con el mundo juvenil.

La lista de temas pendientes se puede extender y concretar mucho más: economía, discriminación social, sexual y étnica, refugiados, armamentismo guerra y no violencia, apertura a un ministerio ordenado no célibe, participación de la comunidad eclesial en la elección y formación de sus pastores, etc.

Una sinodalidad eclesial bien comprendida y vivida, puede iniciar procesos y discernimientos que ayuden a que el cristianismo “que no ha hecho más que comenzar”, crezca y dé fruto en el mundo de hoy. Entonces, el cristianismo, hoy todavía incipiente, crecerá y dará mucho fruto, como los sarmientos estrechamente unidos a Jesús, la verdadera vid (Juan 15). Alexander Men tenía razón.

 

Victor Codina.

[Publicat abans al blog de Cristianisme i Justícia.]

 

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La causa indígena. Un nuevo modelo de hacer pastoral y política

La causa indígena. Un nuevo modelo de hacer pastoral y política

En el decurso de los años 70, en Brasil y en toda América Latina, comenzó a surgir toda una nueva articulación de prácticas pastorales y políticas, basadas en criterios tales como inserción en la base, conocimiento, contacto, respeto y convivencia con el pueblo en toda su diversidad social y cultural. Frente al terror que cubría casi todo el continente latinoamericano, pequeñas comunidades, casi clandestinas, realizaban este nuevo trabajo, con prácticas concretas desde una visión utópica, releyendo el Evangelio y reinventando la práctica política, o como se decía entonces: “con un oído en el pueblo y el otro en el evangelio”.

En esos grupos participaban cristianos de muchas denominaciones y tradiciones religiosas, pero también militantes de las causas populares que no profesaban fe religiosa, pero que practicaban el respeto a la diversidad y deseaban la práctica colectiva, con un mismo horizonte utópico.

En este contexto surgen las nuevas pastorales de la Iglesia católica, como la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) entre otras. Don Pedro participó en la fundación de ambas entidades, vinculadas a la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB) y, a través de ellas, se implica permanente en la situación de los campesinos y de los pueblos indígenas en todo el país, al tiempo que contribuye decisivamente en la definición de sus líneas de trabajo, de apoyo, de solidaridad, de formación y de esfuerzo organizativo para que campesinos y pueblos indígenas puedan afrontar los serios desafíos de aquel momento y luchar por sus derechos.

Pedro Casaldáliga en el Congreso Nacional de la Comisión Pastoral de la Tierra, en 1983

Pedro Casaldáliga en el Congreso Nacional de la Comisión Pastoral de la Tierra, en 1983

Desde un inicio, Don Pedro se convirtió en uno de los principales portavoces de aquel amplio movimiento pastoral y social que se constituía silenciosamente en todo Brasil. Lo ejerció con su radicalidad en la crítica, en el compromiso, en el humanismo que valoraba las instituciones, tanto del Estado como de la Iglesia, en función del servicio a la vida plena de los pueblos, particularmente de los más pobres y, entre éstos, de los pueblos indígenas.

En una entrevista que en 1978 le hizo Teófilo Cabestrero, Don Pedro explícito sus tesis fundamentales sobre la centralidad de los pueblos indígenas en su visión del trabajo pastoral y de compromiso de los cristianos latinoamericanos en aquel momento histórico. Sus formulaciones, dichas de manera simple y profunda, revelaban el rumbo por donde caminaba, en las últimas décadas, la pastoral indigenista, lo mismo que revelaban la nueva visión del papel transformador de los pueblos indígenas en la América Latina.

“Los pueblos indígenas están siendo, en algunas iglesias, una prioridad. Te aseguro que, en mi sensibilidad pastoral, lo son. Porque es la prioridad más evangélica. Por dos motivos. Primero porque son los más pobres, como personas y como pueblo. No digo que sean los menos felices. Como personas y como pueblo tienen sobre sí la sentencia de muerte más inmediata, la muerte más lógica a partir del sistema. Estorban. Sus tierras, su floresta, su casa, su hábitat maravilloso, este lago Tapirapé que estás viendo, son estímulo, pasto, de la codicia de los grandes, de los poderosos, del latifundio, de las famosas carreteras, de la integración nacional, del tristísimo desarrollo (¡maldito sea el desarrollo en estas circunstancias mortíferas!, ¿no?) y del turismo. A causa de esta condena a muerte son los indios la causa más evangélica. Su supervivencia es frecuentemente cuestión de meses; dos, tres meses; una carretera que irrumpe, que pasa, que ataca el organismo indígena que ya se queda sin defensas. O un simple sarampión puede llevarse una aldea entera. Y, en segundo lugar, son también los seres más evangélicos, porque siendo los más pobres, los menores, los más desamparados, son también los más libres de espíritu, los más comunitarios y los que viven más armónicamente con la naturaleza, con la tierra, con el agua, con la luz, con la fauna y con la flora. Serían ellos, en la expresión antiquísima que Ad Gentes actualizó, y que a mí me impresiona mucho, serían ellos ‘las simientes del Verbo’, o, mejor, traduciendo con mayor precisión, ‘el Verbo encarnado’ en estos pueblos. Se percibe realmente lo que aquí está encarnado.

En la medida en que la Iglesia de Brasil y toda la Iglesia del continente sepan y quieran hacer las debidas renuncias y asuman evangélicamente la causa de los indios, ellas serán realmente un revulsivo para toda la Iglesia y para toda la sociedad, y, por eso mismo, una poderosísima fuerza del evangelio. Pero, claro, para asumir más la causa indígena es menester despojarse de todo etnocentrismo pastoral, de todo colonialismo. Despojamiento que ha de ser lúcido, incluso científicamente, y, tal vez, heroico. Si eso implica dejar muchas cosas, pensar de otra manera, renunciar bastante a la propia religión inclusive… No es ya renunciar simplemente a costumbres, a modos de comer y vestir, o de ver y sentir; ni se trata siquiera de renunciar sólo a las filosofías. Es renunciar incluso a la propia religión. No digo a la fe, está claro. Tú me entiendes perfectamente”.

La Misa de la Tierra Sin Males

Las matrices de clase, de valores cristianos y de cultura catalanas de Casaldáliga, todas milenarias, son para él un referente espiritual en aquel momento histórico vivido por los pueblos de América Latina, con su múltiple necesidad de superar el terror de Estado, el desaliento de la miseria social y las prácticas políticas tradicionales, incluso de la izquierda institucional y de las izquierdas más radicales!’

Pedro Casaldáliga escribiendo la Misa de la Tierra Sin Males

Pedro Casaldáliga escribió la Misa de la Tierra sin Males junto a Hamilton Pereira y marcó un antes y un después en la Iglesia brasileña

“El año de 1978 fue considerado en Brasil el “Año de los Mártires de la Causa Indígena”, cuando se celebraban los 350 años de los tres mártires rio-grandenses, Roque González, Afoso Rodríguez y João Castilhos. Ese año el CIMI propuso que no se celebrara sólo la muerte de los tres misioneros jesuitas; se debía celebrar también la muerte de millares de indios, sacrificados por los Imperios cristianos de España y Portugal. Unos y otros, mártires de la causa indígena. La cruz, en medio de todos ellos. Aquéllos, muriendo por amor a Cristo. Éstos, masacrados “en nombre” de Cristo y del Emperador.

… Mártires indefensos por el Reino de Dios hecho Imperio, por el Evangelio hecho decreto de conquista. Víctimas de las masacres que quedaron con nombre glorioso en la mal contada Historia, en la mal vivida Iglesia…”

Proclama Indígena de Don Pedro Casaldáliga.

En esas ruinas históricas y en ese Año de los Mártires de la Causa Indígena nació la idea de la Misa de la Tierra Sin Males.

La Misa habla del pasado, pero también de la actualidad de la opresión a los pueblos indígenas; hace una autocrítica de la práctica misionera, cómplice de ese proceso colonizador, que se puede aplicar también al presente; hace un retrato de la opresión indígena que se aplica también a la realidad actual de los pueblos latinoamericano.

Dato significativo: Don Pedro escribió esa Misa con Pedro Tierra, seudónimo del militante político, ex preso político y ex miembro de una organización de lucha armada de Brasil, Hamilton Pereira da Silva, y con Martín Coplas, argentino de origen indígena, quéchua y aymara.

La Misa de la Tierra Sin Males se celebró por primera vez en la catedral de la Seo, de São Paulo, el día 22 de abril de 1979. Esta misa posibilitó muchas dimensiones, a partir de su dimensión histórica fundamental, de denuncia del proceso colonizador como genocida y etnocida respecto a los pueblos que aquí vivían antes de la llegada de los españoles y de los portugueses: habla del pasado, pero también de la actualidad de la opresión a los pueblos indígenas; hace una autocrítica de la práctica misionera, cómplice de ese proceso colonizador, que se puede aplicar también al presente; hace un retrato de la opresión indígena que se aplica también a la realidad actual de los pueblos latinoamericano. O sea, la Misa de la Tierra Sin Males se refería al pasado, pero también al pasado que seguía presente en la realidad del Brasil y de América Latina.

La elaboración de la celebración de la Misa de la Tierra Sin Males significó ampliar la visión solidaria y evangélica de Don Pedro Casaldáliga en el tiempo y en el espacio: partiendo de los pueblos del Araguaia, sus ojos buscaron mirar y comprometerse, con la palabra, con la denuncia, con la reflexión, con la promesa de la Utopía recuperada, con todos los pueblos indígenas latino-americanos y, por extensión, con todos los pueblos de América Latina en su ansia de libertad.

Inmerso y militante destacado de esa nueva corriente de personas, entidades, grupos, movimientos populares, pastorales, iglesias, pueblos y organizaciones indígenas, con la Misa de la Tierra Sin Males, Don Pedro y sus colaboradores construyen una nueva referencia crítica y autocrítica para el ideario de cristianos y militantes sociales, a partir de la saga de los pueblos indígenas en nuestro continente.

Paulo Maldos. Ex-secretario especial del gabinete de la Presidencia de Lula da Silva

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Y Casaldáliga llegó a la Amazonía

Y Casaldáliga llegó a la Amazonía

Y entonces en enero del 68 vinimos el compañero Manuel Luzón y yo. Hicimos el curso de cuatro meses del CfI (Centro de Formación Intercultural). Si Manuel y yo hubiéramos venido directamente de Madrid al Mato Grosso nos abríamos perdidos. En los cuatro meses, a pesar de estábamos en una dictadura militar, tuvimos profesores muy buenos y charlas muy buenas. Nos leyeron los periódicos en entrelíneas: que los campesinos estaban siendo masacrados, que los indígenas estaban acosados…, y que había muchos brasiles; porque si estás sólo en Sao Paulo en Porto Alegre del Sur, a lo mejor en casa de unos religiosos que tienen la comunidad en el centro de la ciudad, en el barrio más “chic” difícilmente te haces cargo de la situación

Vinimos prevenidos. Por añadidura vinieron varios jóvenes brasileños voluntarios (que sufrieron bastante con nosotros) y nos obligaron a seguir hablando portugués y nos pasaron la cultura (literatura, música, modo de hablar en tal región…). Creo que fue valioso, porque incluso esa vivencia ayudó también a crear el propio signo religioso misionero que tenemos aquí

Pere Casaldàliga amb els indis Xavante tot just havent arribat a l'Amazònia

Casaldáliga y Luzón con el pueblo Xavante, un mes después de su llegada al Araguaia.

No había infraestructura, salud, comunicación, educación, no había prácticamente ningún órgano del gobierno que pudiese atender. Nosotros tuvimos que hacer incluso, y aún ahora lo hacemos, a veces, el apostolado de la suplencia.

Nos tocó vivir esta región que es entrada de la Amazonia, llamada Amazonia legal y nos tocó vivir a la entrada de la dictadura militar. Llegué aquí en el año 68. Era entrada la del latifundio; fue una especie de ensayo de latifundio con los incentivos fiscales que daba el gobierno: industriales del sur se apoderaban de una porción de tierra de estas regiones y recibían los llamados incentivos fiscales, se les dispensaban muchos impuestos, se les permitía comprar maquinaria en el exterior sin gravámenes. Y eso significa tomar una decisión: con el latifundio, con la dictatura, o contra ellos, a favor de las víctimas del latifundio, que eran los indígenas, los peones (trabajadores del propio latifundio) y los “poseeros”, esos campesinos sin tierra que de un modo bastante espontáneo en aquella época, sin organización, sabían que en Mato Grosso, en la Amazonia, había mucha tierra sin nadie y venían. Fueron unos auténticos “desgarradores”, como decimos aquí, porque ellos fueron quienes sufrieron las distancias, falta de infraestructura total. Cundo lanzamos aquella primera carta pastoral el día de mi ordenación precisamente la titulamos: : “Una Iglesia de la Amazonia en conflicto son el latifundio y la marginación social”. No había infraestructura, salud, comunicación, educación, no había prácticamente ningún órgano del gobierno que pudiese atender. Nosotros tuvimos que hacer incluso, y aún ahora lo hacemos, a veces, el apostolado de la suplencia.

Y en la Iglesia estábamos viviendo las consecuencias del Vaticano II y Medellín, que fue prácticamente nuestro Vaticano II. Hubo mucho Espíritu Santo de por medio y gente lúcida, abierta, el clima era bueno, a pesar de toda la violencia.

Se vivió un cierto clima de profecía, de inserción, de superación de barreras. Incluso aquí en Brasil para muchos hablar de comunismo, de marxismo no espantaba tanto, perqué también el propio marxismo aquí en la América Latina se vivió de un modo mucho más popular, mucho menos soviético. Mariátegui, marxista peruano, habla del alma matinal, había mucha poesía marxista latinoamericana y la causa indígena empezaba a sobresalir, a exigir reconocimiento, el mundo negro también. Aquellos sujetos emergentes que hemos dicho en nuestras pastorales.

Pedro Casaldáliga – 2007

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