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Pedro Casaldáliga: poeta, profeta y pastor

Pedro Casaldáliga: poeta, profeta y pastor

Querría evocar aquí la memoria de Pedro Casaldáliga, intentando delinear un esbozo de su multifacética figura, concentrándome en tres rasgos de su personalidad: su ser poeta, su ser profeta y su ser pastor. Conjuntando los tres -que se iluminan y retroalimentan mutuamente-, y a modo de “fórmula” introductoria, diría: en la vida de Pedro, la palabra poética se vuelve anuncio y denuncia profética, exteriorizada sin tapujos, como obligación de quien debe pastorear un pueblo pisoteado en su dignidad.

1. Pedro-poeta

En primer lugar y, ante todo, Pedro-poeta: desde allí se autodefinió muchas veces:

“La poesía ha significado y significa mucho en mí. Yo pienso a veces que si yo soy algo es eso, poeta. Y que incluso como religioso y como sacerdote y como obispo, soy poeta. Muchas cosas intuyo, siento, hablo, digo o hago, porque soy poeta. Sabes que para mí la poesía es la palabra emocionada, la realidad intuida y expresada en una palabra emocionada.”

(T. Cabestrero, Diálogos en Mato Grosso con Pedro Casaldáliga, Salamanca, Sígueme 1978, 175).

Poesía, acotaría yo, para cantar la belleza sin pretender disecarla y poesía para gritar tanto dolor sin banalizarlo. Pedro-poeta encontró en el verso-sin- verso su desahogo y nuestro consuelo. Descubrió el logos poético como arma pacífica para defender(se) y explicar(se): “Después de la sangre, la palabra es el «poder» mayor. Por ella uno se dice y dice el Universo, el Prójimo, el Pueblo, la Muerte, la Vida, Dios, cálidamente” (T. Cabestrero, El sueño de Galilea. Confesiones eclesiales de Pedro Casaldáliga, Madrid, Claretianas 1992, 131).

Con la palabra poética en los labios bien abiertos y con los puños apretados, Casaldáliga nombró, rescató y recreó todo (las cosas, la naturaleza, el hombre, sus historias, etc.) desde una profunda experiencia del Misterio -con mayúscula- que lo transformó en un verdadero místico “de ojos abiertos” (J.B. Metz), es decir: aquel que sospecha y descubre a Dios donde parece no estar: en el sin-sentido gris y en el sufrimiento inocente.

Leyendo su poesía, descubro que hay, por una parte, una necesidad inaplazable de decir el Misterio (en lenguaje no dogmático) y, por otra, un pudoroso respeto ante eso Último para evitar manipularlo y no pretender agotarlo ni definirlo. Para iluminar lo primero, en cuanto testigo de un Misterio que lo envuelve, lo desborda y lo impele a comunicar, basta recordar:

“Yo hago versos y creo en Dios.
Mis versos
andan llenos de Dios, como pulmones
llenos del aire vivo”.

¡Primero se declara poeta… y luego creyente! Lo cierto es que Pedro anda lleno de Dios. Sus pulmones, sus entrañas, sus ganas andan llenos de Dios, por eso necesita compartir esa Buena Nueva. Hablando de sí mismo, reconoce:

“Si no hablase uno de Dios y de Jesús su Hijo, se sentiría traidor a sí mismo, mudo, muerto. Salvadas las apostólicas distancias, «¡ay de mí si no evangelizare!», ¡ay de mí si hiciera poesía no evangélica, no evangelizadora!”

(T. Cabestrero, El sueño…, 133).

Corresponde, pues, decir el Misterio porque forma parte esencial de la vida; hay conservarlo, decirlo y callar-se:

EL MISTERIO

Os quedaréis sin la vida
si le quitáis el misterio.

Hay que salvar el aroma
de la madera cortada.

La mano de Dios confina
con las murallas del mundo,
con la esperanza del hombre.

Jugarse el tipo, de gracia,
como los niños que juegan.
Servir bajo el día a día.
Crecer contra la evidencia.
Decir siempre una palabra
última de lucha, para
caer luego de rodillas
en silencio.

Silencio y palabra; palabra y silencio:

“Derramando palabras,
de mis silencios vengo
y a mis silencios voy.
Y en Tus silencios labras
el grito que sostengo
y el silencio que soy”.

en ese ir derramando palabras que buscan nombrar al Innombrable, el poeta es consciente del constante riesgo de manipulación en el que corremos al hablar de lo Totalmente Otro:

“¿Cómo dejarte ser sólo Tú mismo, /sin reducirte, sin manipularte?”

Manipulación que muchas veces va de la mano del confundir a Dios con nuestras experiencias y representaciones, siempre nuestras y, por tanto, siempre falibles, siempre balbuceantes, como escribe en una de sus “Antífonas”:

“Voy a decir de ti / mi última palabra. / (Siempre penúltima / y mía siempre)”.

Cuánto para aprender quienes tenemos la posibilidad de hablar de Dios: obispos, sacerdotes, teólogos, catequistas, predicadores… Siempre serán palabras nuestras que interpretan lo Inefable, puesto que en verdad conocemos a Dios… pero lo conocemos como a todas las otras realidades: al modo humano.

Concluyendo esta primera aproximación, quiero citar unas palabras del propio Casaldáliga donde define su vena poética:

“La poesía es la respuesta sensibilizada a todo y a todos, en un encuentro que pulsa el alma y compromete las opciones. Mi práctica poética es “sobre la marcha”: viviendo, tocado por un momento fuerte, emocionado por un encuentro, a partir de una lectura, evocando, soñando el mañana, orando”

(T. Cabestrero, El sueño…, 131).

Una poesía, diría yo, nacida del corazón caminante y amante, y de los pies cansados y desnudos, como sugiere en el poema “Piensa también con los pies”:

PIENSA TAMBIÉN CON LOS PIES

Piensa también
con los pies
sobre el camino
cansado
por tantos pies caminantes.

Piensa también, sobre todo,
con el corazón
abierto
a todos los corazones
que laten igual que el tuyo,
como hermanos,
peregrinos,
heridos también de vida,
heridos quizá de muerte.

Piensa vital, conviviente
conflictivamente hermano,
tiernamente compañero.

2. Pedro-profeta

En Casaldáliga, poesía y profecía van de la mano:

“Para mí, todo poeta es un profeta (…) Fíjate que todo poeta ausculta a su pueblo y lo traduce en grito, en clamor. Fíjate que todo poeta le da a su pueblo, en el momento histórico si es un poeta más épico, o a cada miembro de su pueblo en el momento sentimental si es un poeta más lírico, aquella palabra, aquella pista, aquel clima que lo hace vibrar, que lo hace vivir”

(T. Cabestrero, Diálogos…, 175-176).

Ante todo, la escucha y, en un segundo momento, la verbalización, prestando palabras sobre todo a los sin-voz. Poesía que arranca de la historia concreta: desde los pies embarrados y pasando por el corazón conmovido, nace de sus labios la palabra comprometida:

“Por mi vocación personal y por legítima ideología asumida, no creo en poesía neutral. Uno se emociona con ira frente a la injusticia y la miseria y la prepotencia. Uno se emociona con entrañas de compasión delante de los pobres, ante el dolor humano”

(T. Cabestrero, El sueño…, 133-134).

Es esa santa ira la que empuja a un hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno” (A. Machado), a lanzar maldiciones como flechas que se disparan contra las injusticias de la historia y que recuerdan los famosos “ayes” -“¡ay de ustedes…!”- del otro profeta, el de Nazaret (cf. Mt 23,13 ss.):

TIERRA NUESTRA, LIBERTAD

(…)

¡Malditas sean
las cercas vuestras,
las que os cercan
por dentro,
gordos,
solos,
como cerdos cebados;
cerrando
con su alambre y sus títulos,
fuera de vuestro amor
a los hermanos!
(¡Fuera de sus derechos,
sus hijos
y sus llantos
y sus muertos,
sus brazos y su arroz!)
¡Cerrándoos
fuera de los hermanos
y de Dios!

¡Malditas sean
todas las cercas!
¡Malditas todas las
propiedades privadas
que nos privan
de vivir y de amar!

(…)

Pero toda esa cruda denuncia que en más de una ocasión ha desenmascarado el pecado y el mal en el mundo (y en la iglesia) se sostiene e ilumina desde un firme horizonte de esperanza:

“La muerte continúa siendo para mí lo más serio de la vida. «Me hace la pascua». En algunos momentos casi me he desesperado, y yo le he preguntado a Dios por qué tantas muertes estúpidas, sin sentido al parecer, muertes de hambre, por distancias, por no tener un mínimo de infraestructura, asistencia médica, etc., por tanta injusticia, «muertes matadas», como se dice aquí, muertes enloquecidas. Por otra parte, claro, es «la pascua del Señor». Yo tengo fe, tengo esperanza…aquí mi esperanza se ha agudizado, se ha afilado como una cuchilla a medida que he ido cortando la carne de la muerte presente. Sólo puedo tener esperanza. No existe otra posibilidad”

(T. Cabestrero, Diálogos…, 100).

Querría iluminar este rasgo de profeta esperanzado con un soneto de los muchos que escribió sobre el tema:

«ENTONCES LO VEREMOS COMO ES»

Porque lo espero a El, y porque espero
que, al encontrarlo, todos nos veamos
restablecidos por el sol primero
y el corazón seguro de que amamos;

porque no acepto esa mirada fría
y creo en el rescoldo que ella esconde;
porque tu soledad también es mía;
y todo yo soy una herida, donde

alguna sangre mana; y donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte;

porque aprendí a esperar a contramano
de tanta decepción: te juro, hermano,
que espero tanto verLo como verte.

Y permítanme subrayar sólo tres notas: el cielo, la felicidad definitiva, el destino último del hombre, no será sólo ver y abrazar a Dios, sino también a todos los que nos precedieron (de un modo particular, a las víctimas de las diversas injusticias): “espero tanto verLo como verte”.

En segundo lugar, esa apuesta al abrazo resucitado se valida en la capacidad previa de morir con esos que han muerto antes de tiempo:

“donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte”,

Y, por último, la invitación que nos hace el poeta a “esperar a contramano / de tanta decepción”, que nos invita a pensar ahora, a cada uno de nosotros, cuáles han sido y son las decepciones -personales e institucionales- con las cuales y a pesar de las cuales seguimos creyendo, esperando y amando

3. Pedro-Pastor

Y la última perspectiva que quiero compartir en este rápido esbozo de retrato es la de Pedro-pastor, recordando que sólo aceptó ser consagrado obispo cuando se sintió “fraternalmente presionado” y convencido por su propia gente para que accediera a ese ministerio de servicio. Nacido poeta, fue “hecho” obispo, como comenta con sutil ironía:

“Para información de los amigos y sin posible discusión, es bueno hacer constar el parecer nada menos que del Papa Juan Pablo II, quien, además, es poeta: «Es más fácil hacer un buen poeta que hacer un buen obispo». Y lo decía de mí, cuando en su primer viaje al Brasil le dediqué aquel poema «Joáo Paulo, Pedro só». Ya es sabido que el poeta nace. Hasta ahora, a los obispos los hacen.”

(T. Cabestrero, El sueño…, 132)

Desde el inicio, lo simbólico marcó todo el programa de cómo sería su pastoreo: nunca usó báculo, anillo ni mitra “tradicionales”, sino una suerte de remo, un anillo de palmera (tucum) y un sombrero de paja. Elementos todos que hacen referencia a esa tierra indígena oprimida, y que incomodan cuando, todavía hoy, se siguen manteniendo tantos signos que mucho tienen que ver con el Imperio romano de otrora y poco con una iglesia samaritana. Conmovedoras -e imagino que interpelantes para más de un obispo- resuenan las palabras que escribió en la tarjeta de invitación-recordatorio de su consagración episcopal (23-10-1971):

“Tu mitra será un sombrero de paja sertanejo; el sol y el claro de luna; la lluvia y el sereno; la mirada de los pobres con quienes caminas y la mirada gloriosa de Cristo, el Señor. Tú báculo será la verdad del evangelio y la confianza de tu pueblo en ti. Tu anillo será la fidelidad a la nueva alianza del Dios liberador y la fidelidad al pueblo de esta tierra. No tendrás otro escudo que la fuerza de la esperanza y la libertad de los hijos de Dios, ni usarás otros guantes que el servicio del amor”.

Nunca aceptó ser llamado con esos títulos de dignidad que tanto abundan y gustan en ciertos sectores eclesiásticos, pero tan poco tienen que ver con el evangelio: monseñor, excelencia, ilustrísima, santidad, eminencia, etc… Pedía ser llamado “Pedro” o “Pedrinho”. Es que nunca dejó de soñar otra iglesia que -además de una, santa, católica y apostólica- tenga como nota definitoria la desnudez:

Yo, pecador y obispo, me confieso
de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias.

Este verso me retrotrae a una foto del año pasado, en alguna de las celebraciones fúnebres, donde se ven sus pies llagados, desnudos, apenas cubiertos con el libro de la Palabra. Todo un símbolo de lo que fue su búsqueda del Reino desde la iglesia. Una iglesia despojada de tantas exterioridades y superficialidades, de ritos insignificantes y palabras vacías para, desde la pobreza, concentrarse en lo esencial:

POBREZA EVANGÉLICA

No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio,
como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo, dada. Y
este sol y estos ríos
y esta tierra comprada,
por testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y mais nada!

“Soñar” una iglesia distinta implica también apurar la utopía, alentar e implementar reformas concretas. En un reportaje de 1986 -30 años antes que el papa Francisco lo instalara como tema prioritario de agenda eclesial-, enumerando algunas sombras de la Iglesia, denunciaba: “La lentitud seudo-eterna de nuestras reformas en curias y códigos. Especialista en eternidad, la Iglesia deja pasar, con frecuencia, el Tiempo…” (P. Casaldáliga, Al acecho del Reino, Madrid, Nueva Utopía 1989, 179).

Y, acotaría yo que, dejar pasar el tiempo no es sólo una cuestión cronológica sino kairológica:

“Lo malo no será / perder el tren de la Historia, / sino perder el Dios vivo / que viaja en ese tren”.

Y sin ciertas reformas ya no urgentes sino impostergables, será la iglesia quien vea pasar de largo ese tren.

Pedro del Araguaia, porque primero lo hizo con su ejemplo desde Sao Felix, se animó después a interpelar a Pedro de Roma, en aquel duro poema dedicado a Juan Pablo II. que comienza:

“Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas”.

Luchó por una iglesia pobre, desde los pobres y para los pobres… ¡para que no haya más pobres! Porque estaba convencido que lo que Dios quiere es la igualdad de todos sus hijos para que puedan vivir en verdadera y libre fraternidad, como escribe en un irónico poema titulado “Igualdad”:

“Si Cristo es
la riqueza
de los pobres,
¿por qué no es
la pobreza
de los ricos,
para ser
la igualdad
de todos?”

Y una última nota para subrayar la sintonía con la tan mentada “iglesia en salida”. En el poema ya citado, dedicado a un antecesor (“Deja la curia, Pedro”) lo exhorta -y, en él, a todos los creyentes-, a desplazarse hacia las periferias, donde el Pueblo (sobre)vive, abandonado. Cito sólo unos versos:

Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.

La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.

Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.

El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.

Para concluir este tan rápido como incompleto esbozo de su cautivante figura, quiero recordar un pequeño poema que, quizá, pueda resumir su triple ministerio de poeta, profeta y pastor o, mejor aún, lo que fue toda su vocación: buscar el verdadero y siempre inalcanzable Rostro de Dios para poder modelar y cambiar su propia vida y, luego, ofrecerlo como “condición de posibilidad” para poder humanizar un poco más la Iglesia y el Mundo, desde su propuesta programática de “Humanizar la humanidad practicando la proximidad”:

Para cambiar de vida
hay que cambiar de Dios.

Hay que cambiar de Dios
para cambiar la Iglesia.

Para cambiar el Mundo
hay que cambiar de Dios

Autor: Michael Moore.

Publicado primero en la Revista Latinoamericana de Teología 113, 2021

Conozca más de la poesía de Casaldáliga en el libro del autor “Cuando la fe se hace poesía”: AQUI

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Mejora del laboratorio del Hospital Comarcal del Araguaia

Mejora del laboratorio del Hospital Comarcal del Araguaia

El laboratorio del Hospital Comarcal del Araguaia ha recibido este jueves, 10 de marzo de 2022, nuevos equipamientos para mejorar su capacidad y calidad asistencial. El espacio ha sido completamente renovado y adaptado para ofrecer una estructura capaz de atender a los pacientes de los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista.

 

O laboratório do Hospital Regional do Araguaia foi reformado e novos equipamentos foram aquiridos.

El espacio del laboratorio del Hospital Comarcal de Araguaia se ha renovado y hemos instalado nuevos equipamientos.

 

Responsable de atender a una población de más de 20 mil personas, entre ellos a los pueblos Karajá y Xavante, las mejoras recibidas son el resultado de un proyecto de colaboración entre la Fundación Pedro Casaldáliga, su socia local (la Associação ANSA ) y el Fons Català de Cooperació al Desenvolupament y permitirán aumentar la cantidad y calidad de análisis y pruebas diagnósticas que se podrán realizar localmente, evitando largos desplazamientos y demoras por la población más vulnerable de la zona.

 

Novo laboratório do Hospital Regional do Araguaia

Los nuevos equipamientos podrán atender mejor a las 20 mil personas que viven en los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista.

 

El Consorcio Intermunicipal de Saúde (CISA), responsable público del Hospital Comarcal ha coordinado los trabajos y ha llevado a cabo la renovación del espacio y las adecuaciones técnicas necesarias para la instalación de los nuevos equipamientos, en una muestra más de su compromiso con la salud de la comarca de Araguaia.

En la ceremonia de inauguración estuvieron presentes las representantes de la socia local de la Fundación, la Associação ANSA, los alcaldes de los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista, y una representación de los concejales y concejalas de los ayuntamientos implicados.

 

Inauguração do novo laboratório no Hospital Regional do Araguaia

Momento del acto de inauguración del nuevo laboratorio del Hospital Comarcal de Araguaia.

 

Placa d'inauguració

Placa inaugural del nuevo laboratorio.

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Pequeña contribución con el Pueblo Iny-Karajá

Pequeña contribución con el Pueblo Iny-Karajá

El pueblo Iny-Karajá vive en las orillas del río Araguaia desde hace miles de años. Sin embargo, al igual que muchos otros pueblos indígenas de Brasil, se enfrentan al reto de una vida digna en sus comunidades. El sistema sanitario en la mayoría de los pueblos es precario, y en esta ocasión hemos conseguido un poco de apoyo para preservar los historiales médicos de los pacientes.

Habitantes seculares de las riberas del río Araguaia en los estados de Goiás, Tocantins y Mato Grosso, los Karajá tienen una larga convivencia con la Sociedad Nacional, lo que, sin embargo, no les ha impedido mantener costumbres tradicionales del grupo como: la lengua nativa, las muñecas de cerámica, la pesca familiar, los rituales como las fiestas de Aruanã y Casa Grande (Hetohoky), los adornos de plumas, la cestería y la artesanía de madera y las pinturas corporales, como los característicos dos círculos en la cara. Al mismo tiempo, buscan la convivencia temporal en las ciudades para reclamar sus derechos territoriales, el acceso a la salud, la educación bilingüe, entre otros.

Localización y habitantes

Los karajá son habitantes inmemoriales de la cuenca del río Araguaia, en la Isla de Bananal y sus alrededores, comprendiendo un territorio que abarca las fronteras entre los estados de Tocantins, Pará, Mato Grosso y Goiás.

Mayor isla fluvial del planeta, con cerca de veinte mil kilómetros cuadrados de extensión, la isla de Bananal está formada por la bifurcación del río Araguaia en un brazo menor, el río Javaés, que luego, unos 340 km más adelante, se vuelve a unir con el Araguaia, ya en la frontera entre los estados de Pará y Tocantins.

Los indígenas constituyen una pequeña proporción de los habitantes. Los Xavante: cazadores, fuertes, valientes, incluso hace unos años cuando sembraban el terror por estos lares. Temerosos. Muy nobles. Los Carajá: pescadores, comunicativos, de fácil amistad, fiesteros, artesanos del barro, de las plumas de los pájaros y de la paja de la palma; delicados y enfermizos, particularmente atacados por los contactos prematuros y deshonestos con la llamada civilización, a través de los funcionarios, el turismo y el comercio: con la bebida, el tabaco, la prostitución y las enfermedades importadas. Los Tapirapé: campesinos, mansos y sensibles; muy comunitarios y de una delicada hospitalidad.

Pedro Casaldáliga. Carta Pastoral de 1971.

Considerado uno de los santuarios ecológicos más importantes del país, al estar situado en la franja de transición entre la selva amazónica y el Cerrado, alberga una gran diversidad de fauna y flora.

A ilha do Bananal é a ilha fluvial maior do mundo

La isla de Bananal es la mayor isla fluvial del mundo y se extiende por las fronteras de los estados de Tocantins, Pará, Mato Grosso y Goiás.

Las aldeas de Santa Isabel do Morro (Hãwalò) y Fontoura (Btõiry), situadas en la orilla occidental de la isla de Bananal, bañada por el río Araguaia, en la frontera con el estado de Mato Grosso, son los asentamientos más antiguos y las mayores comunidades de Karajá, que actualmente cuentan con unos 680 y 650 habitantes respectivamente.

Otros pueblos tradicionales son Krehãwa (São Domingos), Itxala, Macaúba, Buridina (Aruanã), Mirindiba y Maranduba. De asentamiento más reciente, y más pequeño, tenemos los pueblos de Wataù, Hãwalora, Ibutuna, Nova Tytema, JK, Teribrè, Awixe y Wrebia.

Para saber más sobre el Pueblo Iny-Karajá y los demás pueblos indígenas de Brasil, puede visitar el sitio web : Povos Indígenas do Brasil, AQUÍ.

Una pequeña ayuda

Respondiendo a una petición de los profesionales sanitarios que trabajan en el puesto de salud de la aldea de Santa Isabel, la Fundación ha facilitado la compra de 2.000 carpetas de plástico en las que se pueden guardar los registros personales y el historial médico de cada uno de los pacientes de la aldea.

Posto de Saúde de Santa Isabel do Morro

Situación de la documentación clínica de la comunidad de Santa Isabel.

Evidentemente se trata de una aportación mínima con la humilde intención de proteger al menos los historiales médicos de los residentes. Sin embargo, las necesidades son lógicamente mucho mayores y requieren la ayuda de todos y, sobre todo, el compromiso del Gobierno Federal con los Pueblos Indígenas.

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Homenaje al obispo Pedro Casaldáliga desde Balsareny en el 94 cumpleaños de su nacimiento

Homenaje al obispo Pedro Casaldáliga desde Balsareny en el 94 cumpleaños de su nacimiento

«Celebramos la vida vivida de Pedro Casaldáliga» es la nueva iniciativa de la Fundación Pedro Casaldáliga para recordar el obispo claretiano. La entidad pretende conmemorar anualmente el nacimiento de Casaldáliga, el 16 de febrero, ofreciendo un momento para “pararse, escuchar su mensaje y dejarse interpelar por su compromiso”. Este miércoles, día que el obispo claretiano celebraría 94 años, la fundación ha querido “recordar que todavía está muy vivo y muy presente entre nosotros”.

El homenaje se concreta en un video que empieza con la lectura del poema “Todavía hoy respiro en catalán” del obispo claretiano. Posteriormente, Llorenç Planes i Nuria Gómez hacen un recorrido por la vida y los pensamientos de Pedro Casaldáliga desde Cal Lleter (la Casa del Lechero) de Balsareny, su casa natal. “Lo hacemos con el corazón lleno de gratitud, «saudades», añoranza, por su vida vivida y dada en medio del pueblo”, exponen.

Homenatge a Pere Casaldàliga en el 94è aniversari del seu naixementHomenaje al obispo Pedro Casaldáliga desde Balsareny en el 94 cumpleaños de su nacimiento.

La casa natal, videos históricos y fotografías se combinan a la pantalla mientras se habla de la lucha del obispo claretiano a favor de la justicia, la paz y la libertad. “Hemos querido dar las gracias a Pedro por su vida vivida. Que sus grandes causas llenan de utopía nuestros corazones y nuestras vidas y que su testigo y lucha ilumine nuestra caminata con toda la fuerza y ternura que nos dio”, concluye el homenaje.

Véalo entero en:

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Las 7 actitudes imprescindibles para vivir la «Ecología Integral»

Las 7 actitudes imprescindibles para vivir la «Ecología Integral»

Estas son algunas de las actitudes profundas, urgentes y necesarias, que surgen de otra visión sistémica, totalmente ecológica, que puede ayudar a salvar la vida y el planeta. Las cumbres o los ténues compromisos entre países olvidan que es necesario un cambio de paradigma, un cambio de marco de pensamiento, un profundo cambio de sistema.

 

1. SUPERAR EL AMBIENTALISMO

 

En general, muchas personas, empresas, ONGs y Gobiernos están preocupados/as por el ambiente, por la ecología; son lo que solemos llamar «ambientalistas»: están comprometidos en cuidar el ambiente, la naturaleza, el planeta… Llamamos «ambientalismo» a esa actitud, que afortunadamente ha ido creciendo en los años pasados. Pero ahora se nos pide ir más allá del ambientalismo y pasar a una actitud de «ecología integral»… ¿Cuál es la diferencia entre las dos actitudes?

 

El ambientalismo, una actitud ecológica incompleta

 

Los «ambientalistas» estrictamente tales actúan como bomberos, apagando fuegos: hoy piden que un parque sea declarado nacional, mañana protestan contra la construcción de una represa, pasado mañana contra una mina… Está muy bien lo que hacen, y es necesario hacerlo, pero no basta, no resuelve los problemas; simplemente cura síntomas, pone parches, pero permite que el problema principal, la causa más profunda, continúe ahí.

 

Poble Indígena Xavante a l'Araguaia

Los Pueblos Indígenas son un ejemplo de cambio de paradigma. De vida Humana que se confunde con el Planeta.

 

Este ambientalismo superficial identifica los problemas en aquello que impide el funcionamiento de la «sociedad moderna desarrollada» (agotamiento o contaminación de los recursos, desastres…). Confía en que las soluciones tecnológicas podrán mantener los daños dentro de límites soportables. No se le ocurre cuestionar el mito del desarrollo ilimitado, del crecimiento económico constante…

 

Mentalmente, el ambientalismo continúa dentro del sistema, es deudor de la misma mentalidad que ha causado los problemas ecológicos. Propone una política de soluciones que no cortan el mal, sino que simplemente tratan de aliviar sus consecuencias, y con ello lo prolongan…

 

Es decir, mentalmente, el ambientalismo continúa dentro del sistema, es deudor de la misma mentalidad que ha causado los problemas ecológicos. Propone una política de soluciones que no cortan el mal, sino que simplemente tratan de aliviar sus consecuencias, y con ello lo prolongan…

 

La actitud ecológica radical

 

Otra actitud es la radical, porque quiere ir a la raíz del problema. Las varias corrientes ecológicas que aquí se agrupan coinciden en identificar esa raíz en las ideas y representaciones que han posibilitado la depredación de la naturaleza y han llevado al mundo occidental hacia la autodestrucción. Ésta es la raíz del problema, porque es la raíz del sistema que lo ha causado.

Por eso, estos ecologistas proponen luchar por un cambio en las ideas profundas que sostienen nuestra civilización y configuran nuestra forma de relación con la naturaleza, relación que nos ha llevado al desastre actual y a la posible catástrofe.

La actitud ecológica radical implica una crítica a los fundamentos culturales de Occidente. Cuestiona fundamentalmente:

a) La primacía absoluta que damos a los criterios económico-materiales para medir la felicidad y el progreso; la creencia en la posibilidad de un crecimiento constante e ilimitado tanto en economía como en comodidades y en población humana, como si no hubiera límites o no los estuviéramos ya sobrepasando;

b) La creencia de que la tecnología y el crecimiento solucionarán todos los problemas;

c) El absurdo de una economía que todo lo cuantifica menos los costos ecológicos, y sobre todo, la ignorancia crasa sobre la complejidad de la vida, la sacralidad de la materia y la fuerza espiritual del Universo.

 

Si no erradicamos la forma de pensar que es la causa de que estemos destrozando el planeta, no servirán de mucho las actitudes ambientalistas, apagando los fuegos causados por esa mentalidad.

 

Esta forma tradicional de pensar, este viejo paradigma, que tiene raíces filosóficas y hasta religiosas, es lo que nos ha puesto históricamente en guerra contra la naturaleza, contra la biodiversidad, contra los bosques, los ríos, la atmósfera, los océanos…

Sólo cambiando esa vieja forma de pensar nos podremos reconciliar con el planeta. Si no erradicamos la forma de pensar que es la causa de que estemos destrozando el planeta, no servirán de mucho las actitudes ambientalistas, apagando los fuegos causados por esa mentalidad, dejando que siga en pie la mentalidad vieja, haciendo desastres ecológicos todos los días.

 

Incendi aprop de São Félix do Araguaia

Incendio en la región del Araguaia provocado para quemar la selva y “abrir” nuevas áreas para el ganado.

 

Una visión holística

 

Todo ello es una visión nueva, no antropocéntrica, sino holística: miramos ahora desde el todo (naturaleza), y no desde la parte (el ser humano).

Y creemos en la primacía del todo sobre la parte. El ser humano necesita de la Naturaleza para subsistir, la Naturaleza se las arregla muy bien sin el ser humano.

El humanismo clásico postulaba que el ser humano era el único portador de valores y significado, y que todo lo demás era materia bruta a su servicio… Ha sido una visión gravemente equivocada, que nos ha puesto en contra de la naturaleza, y que ha de ser erradicada.

 

Sólo si abordamos una «reconversión ecológica» de nuestros estilos de vida, de nuestra mentalidad, incluso de nuestra espiritualidad… estaremos en capacidad de «volver a nuestra Casa Común», a la Naturaleza, de la que, indebidamente, nos autoexiliamos en algún momento del pasado.

 

Captar estos motivos más profundos, los motivos que van a la raíz, descubrir la ecología como camino integral de sabiduría para nuestra propia realización personal, social y espiritual, eso es lo que significa llegar a descubrir la «ecología integral». Con ella podremos vivir en plenitud la comunión y la armonía con todo lo que existe, y con todo que somos, sabiéndolo y saboreándolo, de una manera integralmente ecológica, sin quedarnos en actitudes cortas, simplemente ambientalistas, a medio camino.

Sólo si abordamos una «reconversión ecológica» de nuestros estilos de vida, de nuestra mentalidad, incluso de nuestra espiritualidad… estaremos en capacidad de «volver a nuestra Casa Común», a la Naturaleza, de la que, indebidamente, nos autoexiliamos en algún momento del pasado.

 

2. ADOPTAR UNA NUEVA COSMOLOGÍA

 

El mundo que hoy conocemos es totalmente diferente del mundo en el que pensábamos que estábamos. Si somos unos «seres-en-el-mundo», la ciencia nos ha transformado, porque nos hace conscientes de que estamos en otro mundo. Y este otro mundo no sólo se diferencia en sus dimensiones (infinitamente mayores en espacio, en tiempo), sinó en su historia, y sobre todo en su naturaleza y en su complejidad. Es «otro mundo». Y por eso, nosotros, que somos parte y fruto de esta nueva visión del mundo, resultamos ser otra cosa que lo que pensábamos.

Desde esta nueva visión que la ciencia hace posible hoy día –por primera vez en la historia de la humanidad– es preciso ahora «re-convertirlo todo», replantear y reformular todo lo que hasta ahora creíamos: nuestra idea del mundo, del cosmos, de la materia, de la vida, de nosotros mismos, de lo espiritual… Todo es diferente desde la nueva visión.

Nos tenemos que reinventar, reconvirtiéndolo todo, desde la nueva visión de la ecología integral.

 

3. TENER UNA NUEVA VISIÓN DEL MUNDO

 

Las personas y la sociedad son deudoras de la visión tradicional del mundo, que lo concebía como un aglomerado de objetos (no como una comunidad de seres vivos ni, mucho menos, como un cuasi-organismo vivo).

Durante los últimos siglos ha sido enteramente dominante la división cartesiana de la realidad en cosas materiales, extensas (físicas, inanimadas, materiales, organizadas mecánicamente) y entidades espirituales, pensantes, con conciencia, incorpóreas.

Todo el mundo extenso estaría compuesto de materia, esa realidad física compacta, inanimada, pasiva, sin vida, estéril por sí misma. Los animales mismos no dejarían de ser máquinas bien organizadas, pero desprovistas de entidad mental o espiritual. Todo sería objetos, todo un mundo de objetos, en el que estaríamos decepcionantemente solos, sin nadie con quien compartir fuera de nosotros mismos.

 

Sólo hay un árbol genealógico en este planeta, que agrupa e incluye a todos los seres vivos (incluidos los humanos).
Otra visión de la vida.

 

Otra visión de la vida

 

La visión tradicional que hemos tenido de los seres vivos es la de seres inferiores a nosotros, clasificados en especies y familias separadas «creadas» de un modo fijo y estable desde el principio, independientes, sin parentesco. Hoy las ciencias ecológicas nos dan una visión totalmente diferente.

Sin que sepamos todavía si la vida brotó en nuestro planeta o llegó aquí desde fuera traída por meteoritos, lo cierto es que toda la vida del planeta está emparentada. Es sólo una, porque es la misma, sólo que evolucionada con una creatividad inimaginable.

La ciencia hoy nos hace ver que no existen familias vegetales y animales sueltas, independientes, que compartan sólo apariencias externas… sino que todos los seres vivos de este planeta son miembros de una misma y única familia. Sólo hay un árbol genealógico en este planeta, que agrupa e incluye a todos los seres vivos (incluidos los humanos).

La biosfera

 

No es un aglomerado de seres vivos amontonados en la superficie de este planeta. Es una red de sistemas, de sistemas de sistemas, interdependientes, retroalimentados, que dependen de interacciones de variables sutiles que mantienen estables los equilibrios de los que depende el bienestar común.

La famosa primera fotografía de la Tierra desde el exterior, desde el Apolo 8, en 1968, sobrecogió a la opinión publica, y la hipótesis «Gaia» de James Lovelock nos hizo pensar: ese planeta azul revestido de esa capa sutilísima de vida, la biosfera, está vivo, a su manera, pero manteniendo lo sustancial de lo que llamamos «ser vivo»: una capacidad autoorganizativa y autorreguladora que permite la continuidad estable de la vida dentro de sus propios límites, sin deteriorarse, manteniéndose contra el tiempo.

 

São Félix do Araguaia

Vista aérea del pueblo de São Félix do Araguaia, donde Casaldáliga vivió más de 40 años.

 

4. …Y UNA NUEVA VISIÓN DE NOSOTROS MISMOS

 

Desde hace miles de años nos hemos visto como «otra cosa», como algo diferente de todo lo existente en el mundo, un ser infinitamente superior, y por eso mismo con derecho de dominio absoluto sobre todo lo que hay en la tierra.

 

Durante mucho tiempo, creímos que nosotros veníamos de arriba (de Dios), no de abajo (de la Tierra); de fuera de este mundo (somos espirituales, e inmortales), no de dentro… Pero las actuales nuevas ciencias cosmológicas ven las cosas de otra manera.

 

Para entenderlo y expresarlo fuimos creando creencias y mitos religiosos que lo «justificaban»: habríamos sido creados por Dios aparte, en el 6º día de la creación, «a imagen y semejanza suya», sólo nosotros. Nosotros veníamos de arriba (de Dios), no de abajo (de la Tierra); de fuera de este mundo (somos espirituales, e inmortales), no de dentro… Pero las actuales nuevas ciencias cosmológicas ven las cosas de otra manera:

Somos tierra

 

  • No venimos de fuera, sino de dentro: o sea, venimos de la tierra. Nuestro cuerpo está hecho de elementos, de átomos que no son eternos, que tienen fecha de fabricación, que fueron elaborados por las estrellas, en la explosión de las supernovas, que permitieron la aparición –por primera vez– del calcio para nuestros huesos, del hierro para nuestra sangre, del fósforo para nuestro cerebro… Todo lo que ha pasado en estos miles de millones de años de evolución de la Tierra para hacernos posibles a nosotros, es nuestra propia «historia sagrada», no sólo los apenas 4000 años de los relatos sagrados de nuestras religiones.

 

  • No venimos de arriba, no hemos caído como un paquete ya hecho y preparado, sino que somos una especie emergente, formada por evolución a partir de otras anteriores. Somos primates, de la familia de los grandes simios, y somos, eso sí, la única especie que queda de las varias del género homo que hicieron el recorrido evolutivo de una mayor encefalización, con la que hemos accedido a un nivel de conciencia y autoconciencia único en el conjunto de la Comunidad de la Vida de este planeta.

 

  • Nuestra reflexión, nuestra espiritualidad, y quizá la actual secularidad y la pos-religionalidad… son la evolución de la Tierra y de la Vida más allá de la evolución biológica y genética, más allá de la evolución cultural… Es la Tierra, y la Vida que la anima, quien vive y se expresa en nosotros y nos trasciende.

 

Plantearnos todo esto y replantearnos toda aquella vieja forma de mirarnos como separados del mundo, como superiores a él, como ajenos a todo lo cósmico y ecológico… significa que estamos volviendo a nuestra casa, a nuestro hogar ecológico, de donde nunca debiéramos habernos ido. Es volver a poner los pies en la Tierra, en el suelo de la Vida.

 

Collita de llavors a l'Assentament Dom Pedro

El Sr. João Carlos recolecta semillas de especies nativas en el Asentamiento Dom Pedro, en el Araguaia. Él vive en la tierra y para la tierra.

 

5. SENTIR UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD

 

La ecología integral es una forma de mirar (un paradigma) que lo incorpora todo al marco de la naturaleza: todo es considerado como parte de la naturaleza, del mundo, de la realidad cósmica. ¿También lo espiritual y lo religioso? Sí, también, todo.

Tradicionalmente no era así. Se consideraba que lo espiritual era totalmente diferente a este mundo material. Espiritual era lo no material, lo no corporal, lo no terrenal. Creíamos que lo espiritual pertenecía a otro mundo, el mundo celestial, o como también se llamaba, lo sobre-natural. Dábamos por supuesto un dualismo, una separación radical, entre esos dos ámbitos.

 

Eco-Espiritualidad: experiencia espiritual

 

La eco-espiritualidad es una experiencia de admiración extasiada de la belleza sobrecogedora del cosmos percibida como verdadera epifanía del misterio. Es una experiencia contemplativa transformadora, unitiva, fruitiva y a la vez de éxtasis, que nos saca de nosotros mismos y nos traslada a un mundo inefable.

 

La EE no es un saber intelectual, un conjunto de ideas, sino un saber-sabor cordial, procesado con la inteligencia eco-sensible, con el corazón.

Es una experiencia de admiración extasiada de la belleza sobrecogedora del cosmos percibida como verdadera epifanía del misterio. Es una experiencia contemplativa transformadora, unitiva, fruitiva y a la vez de éxtasis, que nos saca de nosotros mismos y nos traslada a un mundo inefable… Acaba produciendo un sentido de comunión no dual (no estamos separados del Misterio que nos arroba y extasía), y con ello un sentido de pertenencia a la Naturaleza, a la Tierra, a la Vida, al Universo, al Todo Misterioso.

No se necesita apartarse del mundo (¡todo lo contrario!), ni someterse a un proceso iniciático complicado: está al alcance de cualquiera que ponga manos a la obra.

 

Eco-Espiritualidad y praxis

 

Ver y sentir de otra manera, nos lleva inevitablemente a actuar de modo diferente. Ojos que ven, corazón que siente, y manos que actúan. Sentirnos pertenecientes a la Tierra nos lleva a sentirla y defenderla como a nuestro propio cuerpo, como a nuestra Casa Común.

Recuperar una espiritualidad ecocentrada, libre de aquella milenaria alienación por la que estuvimos sentiéndonos más hijos del cielo que de la Tierra, es la única esperanza para salvar la Vida y el Planeta, porque sólo dejaremos de destruir la Tierra cuando sintamos su carácter sagrado, y nos sintamos a nosotros integralmente parte de su Cuerpo divino.

 

6. RECONVERTIRNOS ECOLÓGICAMENTE

 

Cada día los medios de comunicación apelan al «crecimiento económico», como lo único importante. Crecer en renta económica, en dinero, a costa de lo que sea. Es un discurso hegemónico en nuestra sociedad.

Como en el cuento de Andersen: es ya bastante gente la que intuye que es falso, que es precisamente lo contrario lo que estamos necesitando: no tanto crecer, cuanto simplemente desarrollarnos, es decir, organizarnos mejor, distribuir más equitativamente, y dejar de destruir nuestro propio hábitat, cuidar nuestro nicho ecológico, romper con hábitos y lujos superfluos y dañinos. Y sobre todo, cambiar el patrón energético actual, a base de energías fósiles que envenenan constantemente el aire que respiramos.

Seamos realistas y digamos la verdad: ya estamos en la 6ª gran extinción, en el camino cierto que conduce a la gran catástrofe. Otra cosa es que «teóricamente» pudiéramos detenernos… La realidad es que llevamos una gran inercia que nos hace dificilísimo parar, y para colmo, no estamos convencidos de la necesidad de hacerlo, ni estamos dispuestos a asumir los grandes sacrificios que habría que hacer para conseguir ir frenando y finalmente detenernos en la carrera hacia la catástrofe.

 

Sólo si cambiáramos mucho, muchísimo, y sólo si lo hiciéramos muy rápidamente, podríamos evitar esa catástrofe que ahora mismo es lo más probable.

 

Sólo si lográramos hacer una reconversión socio-político-económico-productiva descomunal de nuestra sociedad, y una transformación radical de nuestro estilo de vida, de nuestro patrón energético y de nuestro sistema de producción, podríamos detenernos.

Sólo si cambiáramos mucho, muchísimo, y sólo si lo hiciéramos muy rápidamente, podríamos evitar esa catástrofe que ahora mismo es lo más probable. Si no lo conseguimos, o –lo que es peor– si simplemente no hacemos nada –aunque sea sin dejar de «hablar» del tema– la catástrofe está garantizada. Continuar teniendo miedo a decirlo es un error, y un falso servicio a la humanidad. Hay que decirlo.

 

Nens del Poble Xavante

Los Pueblos Indígenas «sienten la sacralidad de la tierra». Por eso, valorar y luchar por la preservación de su cultura y visión del mundo es también un compromiso con la vida.

 

7. PRACTICAR LA ECOLOGÍA INTEGRAL

 

Urge poner en marcha un nuevo sistema económico que sea integralmente funcional a la conservación y al crecimiento de la Comunidad de la Vida en este planeta, y al Buen Vivir de la humanidad en armonía con nuestra hermana Madre Tierra. Ésta es la gran transformación que urge poner en marcha.

 

Dada la nueva visión ecológica crítica a la que hoy hemos llegado, es obvio que tenemos que cambiar. Si sabemos que el mundo no es como habíamos imaginado; si nos percibimos a nosotros mismos de otra manera; si nuestra conducta equivocada nos ha metido en un camino de autodestrucción… debemos ser coherentes con esta nueva visión ecológica: urge abandonar el actual modelo de civilización, volcado enteramente hacia el «crecimiento económico», a costa de la vida –que estamos destruyendo en la nueva extinción masiva que hemos desatado–.

Urge poner en marcha un nuevo sistema económico que sea integralmente funcional a la conservación y al crecimiento de la Comunidad de la Vida en este planeta, y al Buen Vivir de la humanidad en armonía con nuestra hermana Madre Tierra. Ésta es la gran transformación que urge poner en marcha.

Con los nuevos fundamentos teóricos (la nueva visión que la ciencia ha hecho posible), y con la fuerza interior que nos da la nueva sensibilidad espiritual hacia la naturaleza, podemos/debemos poner en marcha nuevas prácticas integradas con esta visión integralmente ecológica. Hemos de asumirlas con plena convicción, en nuestra propia vida en primer lugar, y tratar de difundirlas militantemente.

 

Un cambio radical de sistema energético

 

Obviamente necesitamos energía para vivir, y en la Tierra, y sobre todo en los rayos del sol, la hay más que suficiente, sobreabundantísima. El problema es que ingenuamente, hemos montado nuestra civilización sobre la energía del carbono, cuyo dióxido (CO2) sólo muy tarde hemos sabido que envenena la atmósfera y produce el efecto invernadero, que ya está en marcha hace tiempo, y que hoy sabemos que se acelera indubitablemente: todos los años de este siglo XXI son de los más calurosos conocidos.

Ya no hay tiempo para discutir, sólo urge cortar radicalmente la emisión de más CO2. Hay que reducir drásticamente el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gasolina, gas, carbón…) en favor de energías limpias y renovables.
 

Un cambio de estilo de vida

 

Muchas personas, en muchos lugares, haciendo cosas pequeñas, en todos los aspectos de su vida, marcarán un cambio profundo en la vida de este planeta y darán comienzo a una civilización nueva, civilización de la austeridad compartida y del Vivir Bien y en armonía con la Madre Tierra:

• Vivir con austeridad, sin lujos innecesarios, sin niveles de vida ofensivos para la inmensa mayor parte de la población mundial, que vive en la pobreza. Erradicar en mí el consumismo. No comprar lo que no necesito. No pretender tener «el último modelo». Cero gastos innecesarios. Recortar comodidades innecesarias e invertirlas a favor de la ecología.

• Utilizar menos agua caliente.

• Cero comida tirada a la basura. No a la dieta obsesivamente cárnica.

• Apagar las luces innecesarias, no utilizar el standby de los electrodomésticos. No comprar nuevos aparatos cuando no nos son necesarios.

• Las «cinco erres»: reutilizar, reducir, reparar, reciclar, regular.

Se trata de una «reconversión ecológica», tanto como de una «revolución cultural»: todo es distinto, y es la única salida. El viejo estilo de vida es «ecocida»: si no nos convertimos, nos suicidamos.
 

Una opción por el decrecimiento

 

Es un tema delicado, porque tiene muchos enemigos, ya que toca uno de los «dogmas» más sensibles del sistema económico, el del «crecimiento continuo, ilimitado». Pero en un planeta finito, donde ya hemos ocupado mucho de lo que él necesita para reponer nuestro consumo, abogar por un crecimiento ilimitado resulta insostenible (suicida incluso).

 

El «decrecimiento» es una corrección del estilo de vida que hoy se hace imprescindible para desandar parte del camino recorrido en la autodestrucción del planeta. Es un tema delicado, porque tiene muchos enemigos, ya que toca uno de los «dogmas» más sensibles del sistema económico, el del «crecimiento continuo, ilimitado». Pero en un planeta finito, donde ya hemos ocupado mucho de lo que él necesita para reponer nuestro consumo, abogar por un crecimiento ilimitado resulta insostenible (suicida incluso).

Continuar reivindicando el crecimiento ilimitado para dar a toda la población mundial el nivel de vida actual de los países desarrollados implicaría poder disponer de varios planetas; pero sólo tenemos éste. Pretender continuar creciendo de ese modo es optar por autoasfixiarnos.

 

Este es un resumen del texto publicado en la Agenda Latinoamericana Mundial de 2017.

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