Somos las Causas que asumimos, las que vivimos, por las que luchamos, y por las que estamos dispuestos a morir. Yo soy yo y mis causas. Mi vida valdrá lo que mis Causas valgan.
América Latina es el Continente más consciente de su comunitaria identidad. Por su unidad histórico-militante, de sangre y utopía, de muerte y esperanza, ella puede hablar colectivamente de unas Causas propias.
Y esas Causas, en cuanto latinoamericanas y en cuanto asumidas como desafío existencial y como proceso político, entrañan tres constantes, tan utópicas como necesarias, y complementarias entre sí:
a) la opción por los pobres, opción por el pueblo;
b) la liberación integral;
c) la solidaridad fraterna.
Cuatro son las grandes Causas de la Patria Grande que esta Agenda privilegia, por creerlas fundamentales en la contextura social y espiritual de esta su «hora».
1. Las culturas raíz y testimonio
Perseguidas y hasta prohibidas; marginadas y hasta masacradas. La cultura indígena, la cultura negra, la cultura mestiza, la cultura migrante. Cada una de ellas con su especificidad; más o menos conflictiva, según los tiempos y las latitudes.
Hoy, las cuatro -esqueleto y carne, sangre y piel de Nuestra América- se ven enfrentadas con esa niveladora «cultura adveniente», que niega las identidades, prohibe la alteridad y sojuzga neocolonizadoramente.
Las cuatro defienden su autoctonía. Y, para sobrevivir y, particularmente, para contribuir con su originalidad, deben hacer alianza fraterna y defenderse de los nuevos invasores, como una sola América plural. India, negra, mestiza, migrante, sea cada vez más ella misma, esta Nuestra América singular.
2. Lo popular alternativo
El socialismo latinoamericano, la democracia integral, la civilización de la pobreza compartida pero militante, la lucha por los derechos humanos y por las transformaciones sociales juntamente con la gratuidad y la fiesta.
Muerto «el socialismo real», ¡viva el socialismo utópico! ¡viva la democracia popular! y que se vaya muriendo la democracia neoliberal que se considera única salida de la sociedad humana y «fin de la historia».
Lo popular, y por ser popular, «alternativo» -diferente de lo que se nos da, contrario a lo que se nos impone, creativo frente al fatalismo rutinario-, es el programa más realista y el desafío histórico más eficaz para los Pueblos latinoamericanos; para sus líderes y políticos, para sus partidos y sindicatos, para las Iglesias que quieran ser latinoamericanamente cristianas y para ese nuevo sujeto emergente colectivo que es el Movimiento Popular.
3. La Mujer
Ella, ni menos ni más. Secularmente marginada, en casi todas las culturas; también, cómo no, en esta machista América Latina que, de por sí, es más Matria que Patria
Grande, Abia Yala -tierra virgen madre en constante fecundidad-.
Las mujeres, todas las mujeres -también las negras, también, y las indias, también, y las pobres y las utilizadas y las sometidas- se están poniendo en pie de conciencia colectiva y organizada, y son, con mucha frecuencia, soporte y mayor a en las diferentes esferas del movimiento popular. Y lo serán cada vez más. Y no sólo en la praxis sino también en el pensamiento; no sólo en la militancia, sino también en el liderazgo. Y los hombres y la Sociedad y la Iglesia habrán de reconocer y respetar y dialogar, porque ya la mujer latinoamericana se reconoce altivamente, exige el respeto de la igualdad y dialoga a altura fraterna. Ni quiere los privilegios ñoños de cierto feminismo primermundista, ni aceptará fácilmente que la Sociedad o la Iglesia sigan declarando como dogma de fe la presencia y la acción de la mujer en un segundo plano sometido.
4. La ecología integral
La comunión armoniosa con la Naturaleza, madre y esposa, hábitat y vehículo. Una ecología contemplativa al mismo tiempo que funcional. Sin las distancias interesadas con que fácilmente el Primer Mundo defiende la ecología lejana… En intersolidaridad ecológica, de los diferentes Pueblos del Continente, de los Continentes entre sí y hasta en la cotidianidad del vecindario.
Herencia ancestral de los Pueblos indígenas que tan bien han sabido amar y respetar la Naturaleza, América Latina puede y debe dar al mundo esta lección actualísima de la ecología integral. Ni queremos la Tierra como un museo intocable, ni aceptamos la técnica, la industria, el mercado como la ley y el futuro omnipotentes. El primer elemento esencial para nuestra ecología es el propio ser humano, la especie viva más amenazada de extinción por la ambición de la propia especie.
Nosotros mismos queremos ser ecología consciente, convivencia pacífica, tierra cultivada y soñada utopía.
Si América Latina es nuestra Causa, estas grandes Causas de la Patria Grande, habrán de ser, diariamente, nuestras grandes Causas a lo largo del año 1993, que sigue al 1992 famoso. La vivencia entusiasmada, la defensa militante y la diaria utopía de esas cuatro grandes Causas nos posibilitará vivir otros 500 años, pero muy «otros»…; quinientos y miles… Y seremos
mañana el ayer mártir ya florecido, «y seremos millones»…
Así, desde nuestra alteridad asumida y respetada, podremos dar la contribución específica que de nosotros espera el único Mundo Humano, ya sin primero ni tercero.
Y esa convivencia de América Latina con los otros Pueblos de la Tierra Humana se irá pareciendo cada vez más al Reino de Dios.
Querría evocar aquí la memoria de Pedro Casaldáliga, intentando delinear un esbozo de su multifacética figura, concentrándome en tres rasgos de su personalidad: su ser poeta, su ser profeta y su ser pastor. Conjuntando los tres -que se iluminan y retroalimentan mutuamente-, y a modo de “fórmula” introductoria, diría: en la vida de Pedro, la palabra poética se vuelve anuncio y denuncia profética, exteriorizada sin tapujos, como obligación de quien debe pastorear un pueblo pisoteado en su dignidad.
1. Pedro-poeta
En primer lugar y, ante todo, Pedro-poeta: desde allí se autodefinió muchas veces:
“La poesía ha significado y significa mucho en mí. Yo pienso a veces que si yo soy algo es eso, poeta. Y que incluso como religioso y como sacerdote y como obispo, soy poeta. Muchas cosas intuyo, siento, hablo, digo o hago, porque soy poeta. Sabes que para mí la poesía es la palabra emocionada, la realidad intuida y expresada en una palabra emocionada.”
(T. Cabestrero, Diálogos en Mato Grosso con Pedro Casaldáliga, Salamanca, Sígueme 1978, 175).
Poesía, acotaría yo, para cantar la belleza sin pretender disecarla y poesía para gritar tanto dolor sin banalizarlo. Pedro-poeta encontró en el verso-sin- verso su desahogo y nuestro consuelo. Descubrió el logos poético como arma pacífica para defender(se) y explicar(se): “Después de la sangre, la palabra es el «poder» mayor. Por ella uno se dice y dice el Universo, el Prójimo, el Pueblo, la Muerte, la Vida, Dios, cálidamente” (T. Cabestrero, El sueño de Galilea. Confesiones eclesiales de Pedro Casaldáliga, Madrid, Claretianas 1992, 131).
Con la palabra poética en los labios bien abiertos y con los puños apretados, Casaldáliga nombró, rescató y recreó todo (las cosas, la naturaleza, el hombre, sus historias, etc.) desde una profunda experiencia del Misterio -con mayúscula- que lo transformó en un verdadero místico “de ojos abiertos” (J.B. Metz), es decir: aquel que sospecha y descubre a Dios donde parece no estar: en el sin-sentido gris y en el sufrimiento inocente.
Leyendo su poesía, descubro que hay, por una parte, una necesidad inaplazable de decir el Misterio (en lenguaje no dogmático) y, por otra, un pudoroso respeto ante eso Último para evitar manipularlo y no pretender agotarlo ni definirlo. Para iluminar lo primero, en cuanto testigo de un Misterio que lo envuelve, lo desborda y lo impele a comunicar, basta recordar:
“Yo hago versos y creo en Dios.
Mis versos
andan llenos de Dios, como pulmones
llenos del aire vivo”.
¡Primero se declara poeta… y luego creyente! Lo cierto es que Pedro anda lleno de Dios. Sus pulmones, sus entrañas, sus ganas andan llenos de Dios, por eso necesita compartir esa Buena Nueva. Hablando de sí mismo, reconoce:
“Si no hablase uno de Dios y de Jesús su Hijo, se sentiría traidor a sí mismo, mudo, muerto. Salvadas las apostólicas distancias, «¡ay de mí si no evangelizare!», ¡ay de mí si hiciera poesía no evangélica, no evangelizadora!”
(T. Cabestrero, El sueño…, 133).
Corresponde, pues, decir el Misterio porque forma parte esencial de la vida; hay conservarlo, decirlo y callar-se:
EL MISTERIO
Os quedaréis sin la vida
si le quitáis el misterio.
Hay que salvar el aroma
de la madera cortada.
La mano de Dios confina
con las murallas del mundo,
con la esperanza del hombre.
Jugarse el tipo, de gracia,
como los niños que juegan.
Servir bajo el día a día.
Crecer contra la evidencia.
Decir siempre una palabra
última de lucha, para
caer luego de rodillas
en silencio.
Silencio y palabra; palabra y silencio:
“Derramando palabras,
de mis silencios vengo
y a mis silencios voy.
Y en Tus silencios labras
el grito que sostengo
y el silencio que soy”.
Y en ese ir derramando palabras que buscan nombrar al Innombrable, el poeta es consciente del constante riesgo de manipulación en el que corremos al hablar de lo Totalmente Otro:
“¿Cómo dejarte ser sólo Tú mismo, /sin reducirte, sin manipularte?”
Manipulación que muchas veces va de la mano del confundir a Dios con nuestras experiencias y representaciones, siempre nuestras y, por tanto, siempre falibles, siempre balbuceantes, como escribe en una de sus “Antífonas”:
“Voy a decir de ti / mi última palabra. / (Siempre penúltima / y mía siempre)”.
Cuánto para aprender quienes tenemos la posibilidad de hablar de Dios: obispos, sacerdotes, teólogos, catequistas, predicadores… Siempre serán palabras nuestras que interpretan lo Inefable, puesto que en verdad conocemos a Dios… pero lo conocemos como a todas las otras realidades: al modo humano.
Concluyendo esta primera aproximación, quiero citar unas palabras del propio Casaldáliga donde define su vena poética:
“La poesía es la respuesta sensibilizada a todo y a todos, en un encuentro que pulsa el alma y compromete las opciones. Mi práctica poética es “sobre la marcha”: viviendo, tocado por un momento fuerte, emocionado por un encuentro, a partir de una lectura, evocando, soñando el mañana, orando”
(T. Cabestrero, El sueño…, 131).
Una poesía, diría yo, nacida del corazón caminante y amante, y de los pies cansados y desnudos, como sugiere en el poema “Piensa también con los pies”:
PIENSA TAMBIÉN CON LOS PIES
Piensa también
con los pies
sobre el camino
cansado
por tantos pies caminantes.
Piensa también, sobre todo,
con el corazón
abierto
a todos los corazones
que laten igual que el tuyo,
como hermanos,
peregrinos,
heridos también de vida,
heridos quizá de muerte.
“Para mí, todo poeta es un profeta (…) Fíjate que todo poeta ausculta a su pueblo y lo traduce en grito, en clamor. Fíjate que todo poeta le da a su pueblo, en el momento histórico si es un poeta más épico, o a cada miembro de su pueblo en el momento sentimental si es un poeta más lírico, aquella palabra, aquella pista, aquel clima que lo hace vibrar, que lo hace vivir”
(T. Cabestrero, Diálogos…, 175-176).
Ante todo, la escucha y, en un segundo momento, la verbalización, prestando palabras sobre todo a los sin-voz. Poesía que arranca de la historia concreta: desde los pies embarrados y pasando por el corazón conmovido, nace de sus labios la palabra comprometida:
“Por mi vocación personal y por legítima ideología asumida, no creo en poesía neutral. Uno se emociona con ira frente a la injusticia y la miseria y la prepotencia. Uno se emociona con entrañas de compasión delante de los pobres, ante el dolor humano”
(T. Cabestrero, El sueño…, 133-134).
Es esa santa ira la que empuja a un hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno” (A. Machado), a lanzar maldiciones como flechas que se disparan contra las injusticias de la historia y que recuerdan los famosos “ayes” -“¡ay de ustedes…!”- del otro profeta, el de Nazaret (cf. Mt 23,13 ss.):
TIERRA NUESTRA, LIBERTAD
(…)
¡Malditas sean
las cercas vuestras,
las que os cercan
por dentro,
gordos,
solos,
como cerdos cebados;
cerrando
con su alambre y sus títulos,
fuera de vuestro amor
a los hermanos!
(¡Fuera de sus derechos,
sus hijos
y sus llantos
y sus muertos,
sus brazos y su arroz!)
¡Cerrándoos
fuera de los hermanos
y de Dios!
¡Malditas sean
todas las cercas!
¡Malditas todas las
propiedades privadas
que nos privan
de vivir y de amar!
(…)
Pero toda esa cruda denuncia que en más de una ocasión ha desenmascarado el pecado y el mal en el mundo (y en la iglesia) se sostiene e ilumina desde un firme horizonte de esperanza:
“La muerte continúa siendo para mí lo más serio de la vida. «Me hace la pascua». En algunos momentos casi me he desesperado, y yo le he preguntado a Dios por qué tantas muertes estúpidas, sin sentido al parecer, muertes de hambre, por distancias, por no tener un mínimo de infraestructura, asistencia médica, etc., por tanta injusticia, «muertes matadas», como se dice aquí, muertes enloquecidas. Por otra parte, claro, es «la pascua del Señor». Yo tengo fe, tengo esperanza…aquí mi esperanza se ha agudizado, se ha afilado como una cuchilla a medida que he ido cortando la carne de la muerte presente. Sólo puedo tener esperanza. No existe otra posibilidad”
(T. Cabestrero, Diálogos…, 100).
Querría iluminar este rasgo de profeta esperanzado con un soneto de los muchos que escribió sobre el tema:
«ENTONCES LO VEREMOS COMO ES»
Porque lo espero a El, y porque espero
que, al encontrarlo, todos nos veamos
restablecidos por el sol primero
y el corazón seguro de que amamos;
porque no acepto esa mirada fría
y creo en el rescoldo que ella esconde;
porque tu soledad también es mía;
y todo yo soy una herida, donde
alguna sangre mana; y donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte;
porque aprendí a esperar a contramano
de tanta decepción: te juro, hermano,
que espero tanto verLo como verte.
Y permítanme subrayar sólo tres notas: el cielo, la felicidad definitiva, el destino último del hombre, no será sólo ver y abrazar a Dios, sino también a todos los que nos precedieron (de un modo particular, a las víctimas de las diversas injusticias): “espero tanto verLo como verte”.
En segundo lugar, esa apuesta al abrazo resucitado se valida en la capacidad previa de morir con esos que han muerto antes de tiempo:
“donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte”,
Y, por último, la invitación que nos hace el poeta a “esperar a contramano / de tanta decepción”, que nos invita a pensar ahora, a cada uno de nosotros, cuáles han sido y son las decepciones -personales e institucionales- con las cuales y a pesar de las cuales seguimos creyendo, esperando y amando…
3. Pedro-Pastor
Y la última perspectiva que quiero compartir en este rápido esbozo de retrato es la de Pedro-pastor, recordando que sólo aceptó ser consagrado obispo cuando se sintió “fraternalmente presionado” y convencido por su propia gente para que accediera a ese ministerio de servicio. Nacido poeta, fue “hecho” obispo, como comenta con sutil ironía:
“Para información de los amigos y sin posible discusión, es bueno hacer constar el parecer nada menos que del Papa Juan Pablo II, quien, además, es poeta: «Es más fácil hacer un buen poeta que hacer un buen obispo». Y lo decía de mí, cuando en su primer viaje al Brasil le dediqué aquel poema «Joáo Paulo, Pedro só». Ya es sabido que el poeta nace. Hasta ahora, a los obispos los hacen.”
(T. Cabestrero, El sueño…, 132)
Desde el inicio, lo simbólico marcó todo el programa de cómo sería su pastoreo: nunca usó báculo, anillo ni mitra “tradicionales”, sino una suerte de remo, un anillo de palmera (tucum) y un sombrero de paja. Elementos todos que hacen referencia a esa tierra indígena oprimida, y que incomodan cuando, todavía hoy, se siguen manteniendo tantos signos que mucho tienen que ver con el Imperio romano de otrora y poco con una iglesia samaritana. Conmovedoras -e imagino que interpelantes para más de un obispo- resuenan las palabras que escribió en la tarjeta de invitación-recordatorio de su consagración episcopal (23-10-1971):
“Tu mitra será un sombrero de paja sertanejo; el sol y el claro de luna; la lluvia y el sereno; la mirada de los pobres con quienes caminas y la mirada gloriosa de Cristo, el Señor. Tú báculo será la verdad del evangelio y la confianza de tu pueblo en ti. Tu anillo será la fidelidad a la nueva alianza del Dios liberador y la fidelidad al pueblo de esta tierra. No tendrás otro escudo que la fuerza de la esperanza y la libertad de los hijos de Dios, ni usarás otros guantes que el servicio del amor”.
Nunca aceptó ser llamado con esos títulos de dignidad que tanto abundan y gustan en ciertos sectores eclesiásticos, pero tan poco tienen que ver con el evangelio: monseñor, excelencia, ilustrísima, santidad, eminencia, etc… Pedía ser llamado “Pedro” o “Pedrinho”. Es que nunca dejó de soñar otra iglesia que -además de una, santa, católica y apostólica- tenga como nota definitoria la desnudez:
Yo, pecador y obispo, me confieso
de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias.
Este verso me retrotrae a una foto del año pasado, en alguna de las celebraciones fúnebres, donde se ven sus pies llagados, desnudos, apenas cubiertos con el libro de la Palabra. Todo un símbolo de lo que fue su búsqueda del Reino desde la iglesia. Una iglesia despojada de tantas exterioridades y superficialidades, de ritos insignificantes y palabras vacías para, desde la pobreza, concentrarse en lo esencial:
POBREZA EVANGÉLICA
No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio,
como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo, dada. Y
este sol y estos ríos
y esta tierra comprada,
por testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y mais nada!
“Soñar” una iglesia distinta implica también apurar la utopía, alentar e implementar reformas concretas. En un reportaje de 1986 -30 años antes que el papa Francisco lo instalara como tema prioritario de agenda eclesial-, enumerando algunas sombras de la Iglesia, denunciaba: “La lentitud seudo-eterna de nuestras reformas en curias y códigos. Especialista en eternidad, la Iglesia deja pasar, con frecuencia, el Tiempo…” (P. Casaldáliga, Al acecho del Reino, Madrid, Nueva Utopía 1989, 179).
Y, acotaría yo que, dejar pasar el tiempo no es sólo una cuestión cronológica sino kairológica:
“Lo malo no será / perder el tren de la Historia, / sino perder el Dios vivo / que viaja en ese tren”.
Y sin ciertas reformas ya no urgentes sino impostergables, será la iglesia quien vea pasar de largo ese tren.
Pedro del Araguaia, porque primero lo hizo con su ejemplo desde Sao Felix, se animó después a interpelar a Pedro de Roma, en aquel duro poema dedicado a Juan Pablo II. que comienza:
“Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas”.
Luchó por una iglesia pobre, desde los pobres y para los pobres… ¡para que no haya más pobres! Porque estaba convencido que lo que Dios quiere es la igualdad de todos sus hijos para que puedan vivir en verdadera y libre fraternidad, como escribe en un irónico poema titulado “Igualdad”:
“Si Cristo es
la riqueza
de los pobres,
¿por qué no es
la pobreza
de los ricos,
para ser
la igualdad
de todos?”
Y una última nota para subrayar la sintonía con la tan mentada “iglesia en salida”. En el poema ya citado, dedicado a un antecesor (“Deja la curia, Pedro”) lo exhorta -y, en él, a todos los creyentes-, a desplazarse hacia las periferias, donde el Pueblo (sobre)vive, abandonado. Cito sólo unos versos:
Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.
La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.
Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.
El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.
Para concluir este tan rápido como incompleto esbozo de su cautivante figura, quiero recordar un pequeño poema que, quizá, pueda resumir su triple ministerio de poeta, profeta y pastor o, mejor aún, lo que fue toda su vocación: buscar el verdadero y siempre inalcanzable Rostro de Dios para poder modelar y cambiar su propia vida y, luego, ofrecerlo como “condición de posibilidad” para poder humanizar un poco más la Iglesia y el Mundo, desde su propuesta programática de “Humanizar la humanidad practicando la proximidad”:
Para cambiar de vida
hay que cambiar de Dios.
Hay que cambiar de Dios
para cambiar la Iglesia.
Para cambiar el Mundo
hay que cambiar de Dios
Autor: Michael Moore.
Publicado primero en la Revista Latinoamericana de Teología 113, 2021
Conozca más de la poesía de Casaldáliga en el libro del autor “Cuando la fe se hace poesía”: AQUI
El laboratorio del Hospital Comarcal del Araguaia ha recibido este jueves, 10 de marzo de 2022, nuevos equipamientos para mejorar su capacidad y calidad asistencial. El espacio ha sido completamente renovado y adaptado para ofrecer una estructura capaz de atender a los pacientes de los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista.
El espacio del laboratorio del Hospital Comarcal de Araguaia se ha renovado y hemos instalado nuevos equipamientos.
Responsable de atender a una población de más de 20 mil personas, entre ellos a los pueblos Karajá y Xavante, las mejoras recibidas son el resultado de un proyecto de colaboración entre la Fundación Pedro Casaldáliga, su socia local (la Associação ANSA ) y el Fons Català de Cooperació al Desenvolupament y permitirán aumentar la cantidad y calidad de análisis y pruebas diagnósticas que se podrán realizar localmente, evitando largos desplazamientos y demoras por la población más vulnerable de la zona.
Los nuevos equipamientos podrán atender mejor a las 20 mil personas que viven en los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista.
El Consorcio Intermunicipal de Saúde (CISA), responsable público del Hospital Comarcal ha coordinado los trabajos y ha llevado a cabo la renovación del espacio y las adecuaciones técnicas necesarias para la instalación de los nuevos equipamientos, en una muestra más de su compromiso con la salud de la comarca de Araguaia.
En la ceremonia de inauguración estuvieron presentes las representantes de la socia local de la Fundación, la Associação ANSA, los alcaldes de los municipios de São Félix do Araguaia, Luciara y Alto Boa Vista, y una representación de los concejales y concejalas de los ayuntamientos implicados.
Momento del acto de inauguración del nuevo laboratorio del Hospital Comarcal de Araguaia.
El pueblo Iny-Karajá vive en las orillas del río Araguaia desde hace miles de años. Sin embargo, al igual que muchos otros pueblos indígenas de Brasil, se enfrentan al reto de una vida digna en sus comunidades. El sistema sanitario en la mayoría de los pueblos es precario, y en esta ocasión hemos conseguido un poco de apoyo para preservar los historiales médicos de los pacientes.
Habitantes seculares de las riberas del río Araguaia en los estados de Goiás, Tocantins y Mato Grosso, los Karajá tienen una larga convivencia con la Sociedad Nacional, lo que, sin embargo, no les ha impedido mantener costumbres tradicionales del grupo como: la lengua nativa, las muñecas de cerámica, la pesca familiar, los rituales como las fiestas de Aruanã y Casa Grande (Hetohoky), los adornos de plumas, la cestería y la artesanía de madera y las pinturas corporales, como los característicos dos círculos en la cara. Al mismo tiempo, buscan la convivencia temporal en las ciudades para reclamar sus derechos territoriales, el acceso a la salud, la educación bilingüe, entre otros.
Localización y habitantes
Los karajá son habitantes inmemoriales de la cuenca del río Araguaia, en la Isla de Bananal y sus alrededores, comprendiendo un territorio que abarca las fronteras entre los estados de Tocantins, Pará, Mato Grosso y Goiás.
Mayor isla fluvial del planeta, con cerca de veinte mil kilómetros cuadrados de extensión, la isla de Bananal está formada por la bifurcación del río Araguaia en un brazo menor, el río Javaés, que luego, unos 340 km más adelante, se vuelve a unir con el Araguaia, ya en la frontera entre los estados de Pará y Tocantins.
Los indígenas constituyen una pequeña proporción de los habitantes. Los Xavante: cazadores, fuertes, valientes, incluso hace unos años cuando sembraban el terror por estos lares. Temerosos. Muy nobles. Los Carajá: pescadores, comunicativos, de fácil amistad, fiesteros, artesanos del barro, de las plumas de los pájaros y de la paja de la palma; delicados y enfermizos, particularmente atacados por los contactos prematuros y deshonestos con la llamada civilización, a través de los funcionarios, el turismo y el comercio: con la bebida, el tabaco, la prostitución y las enfermedades importadas. Los Tapirapé: campesinos, mansos y sensibles; muy comunitarios y de una delicada hospitalidad.
Pedro Casaldáliga. Carta Pastoral de 1971.
Considerado uno de los santuarios ecológicos más importantes del país, al estar situado en la franja de transición entre la selva amazónica y el Cerrado, alberga una gran diversidad de fauna y flora.
La isla de Bananal es la mayor isla fluvial del mundo y se extiende por las fronteras de los estados de Tocantins, Pará, Mato Grosso y Goiás.
Las aldeas de Santa Isabel do Morro (Hãwalò) y Fontoura (Btõiry), situadas en la orilla occidental de la isla de Bananal, bañada por el río Araguaia, en la frontera con el estado de Mato Grosso, son los asentamientos más antiguos y las mayores comunidades de Karajá, que actualmente cuentan con unos 680 y 650 habitantes respectivamente.
Otros pueblos tradicionales son Krehãwa (São Domingos), Itxala, Macaúba, Buridina (Aruanã), Mirindiba y Maranduba. De asentamiento más reciente, y más pequeño, tenemos los pueblos de Wataù, Hãwalora, Ibutuna, Nova Tytema, JK, Teribrè, Awixe y Wrebia.
Para saber más sobre el Pueblo Iny-Karajá y los demás pueblos indígenas de Brasil, puede visitar el sitio web : Povos Indígenas do Brasil, AQUÍ.
Una pequeña ayuda
Respondiendo a una petición de los profesionales sanitarios que trabajan en el puesto de salud de la aldea de Santa Isabel, la Fundación ha facilitado la compra de 2.000 carpetas de plástico en las que se pueden guardar los registros personales y el historial médico de cada uno de los pacientes de la aldea.
Situación de la documentación clínica de la comunidad de Santa Isabel.
Evidentemente se trata de una aportación mínima con la humilde intención de proteger al menos los historiales médicos de los residentes. Sin embargo, las necesidades son lógicamente mucho mayores y requieren la ayuda de todos y, sobre todo, el compromiso del Gobierno Federal con los Pueblos Indígenas.
«Celebramos la vida vivida de Pedro Casaldáliga» es la nueva iniciativa de la Fundación Pedro Casaldáliga para recordar el obispo claretiano. La entidad pretende conmemorar anualmente el nacimiento de Casaldáliga, el 16 de febrero, ofreciendo un momento para “pararse, escuchar su mensaje y dejarse interpelar por su compromiso”. Este miércoles, día que el obispo claretiano celebraría 94 años, la fundación ha querido “recordar que todavía está muy vivo y muy presente entre nosotros”.
El homenaje se concreta en un video que empieza con la lectura del poema “Todavía hoy respiro en catalán” del obispo claretiano. Posteriormente, Llorenç Planes i Nuria Gómez hacen un recorrido por la vida y los pensamientos de Pedro Casaldáliga desde Cal Lleter (la Casa del Lechero) de Balsareny, su casa natal. “Lo hacemos con el corazón lleno de gratitud, «saudades», añoranza, por su vida vivida y dada en medio del pueblo”, exponen.
Homenaje al obispo Pedro Casaldáliga desde Balsareny en el 94 cumpleaños de su nacimiento.
La casa natal, videos históricos y fotografías se combinan a la pantalla mientras se habla de la lucha del obispo claretiano a favor de la justicia, la paz y la libertad. “Hemos querido dar las gracias a Pedro por su vida vivida. Que sus grandes causas llenan de utopía nuestros corazones y nuestras vidas y que su testigo y lucha ilumine nuestra caminata con toda la fuerza y ternura que nos dio”, concluye el homenaje.
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