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La iniciativa que lucha contra la pobreza y funciona

La región del Araguaia posee una riqueza singular de frutas tropicales. Son sabores únicos, propios de aquí,… como la cagaita, la bacaba o la mangaba. Valorar el cultivo de plantas autóctonas incentivando el plantel de árboles frutales empleando técnicas ecológicas adaptadas a la Amazonía, es estar construyendo una alternativa de vida para cientos de familias en el campo y luchar por la preservación de uno de los ecosistemas más ricos del Mundo.

1 de marzo de 2020

Las causas de Casaldáliga

Creada por la asociación que Casaldáliga y su equipo fundaron en 1974 en São Félix do Araguaia, esta iniciativa persigue mejorar la alimentación y nutrición de las familias que viven en el campo, al tiempo que ser una forma de obtener ingresos para los campesinos y Pueblos Indígenas que viven en esta región de la Amazonía brasileña.

El proyecto lo denominamos “Araguaia Pulpa de Frutas”, pues consiste en incentivar y apoyar el plantel de árboles frutales en el campo, para luego recolectar la fruta y llevarla a una pequeña industria donde fabricamos pulpa congelada. Esa pulpa (extracto concentrado) se venda en el mercado regional y se usa para hacer zumo natural, que es muy consumido en Brasil.

La fábrica existe de forma estructurada desde 2005 y produce pulpas naturales congeladas de 20 frutas autóctonas y cultivadas en la región por pequeños campesinos o cosechadas por los Pueblos Indígenas.

El proyecto pretende, por tanto, ayudar a estructurar una cadena productiva basada en las frutas ecológicas, en la inclusión de todas las famílias y pueblos y en la conservación ambiental.

Anualmente, cerca de 250 personas en situación de exclusión consiguen una parte de sus ingresos a través del proyecto «Araguaia Pulpa de frutas» y se dedican a plantar o cosechar frutas.

Además de las frutas recolectadas ne las huertas y los campos donde hay plantaciones, como el Mango, la Piña, la Guayaba, la Fruta-de-la-pasión, etc, muchas familias plantan frutas autóctonas, que sólo crecen aquí, como el Pequi, la Bacaba o la Mangaba. En el “varjão”, como se denominan las zonas bajas que se inundan en época de lluvias, las familias recogen también frutos muy tradicionales, que crecen espontáneamente, como el Murici o el Buriti. De este modo, damos un valor económico a las frutas de la región y desincentivamos que se talen o se quemen esos árboles para hacer grandes cultivos.

“Recogemos la fruta bajo la lluvia, bajo el sol, con el agua en los tobillos, pero para nosotros es muy gratificante cosechar esta fruta,… la limpiamos, la ordenamos bien. Y el dinero es una bendición, puedo pagar mis facturas”, dice una de las agricultoras familiares implicadas en el proyecto.

Cada año, se realiza una verdadera operación logística en el asentamiento Dom Pedro, donde viven más de 400 familias, durante la cosecha del caju (anacardo). La comunidad se organiza para preparar la cosecha y para llevar la fruta hasta la fábrica. Para ayudarles, desde la asociación hemos establecido siete puntos de recogida, con congeladores y balanza, para que las familias puedan ir llevando sus frutas.

Así conseguimos que cada año, muchas familias se dediquen a la cosecha del anacardo (caju) de temporada.

Las pulpas producidas en la fábrica se venden en los supermercados y restaurantes de la región.

Los residuos de las frutas que salen de la fábrica de pulpa se utilizan en el vivero que tenemos en el pueblo: primero, para hacer compost; pero, además, empleamos las semillas de las frutas ya exprimidas, para hacer plantones que, una vez crecidos, vuelven a la tierra, para aumentar las plantaciones de árboles.

Otra actividad interesante es que la fábrica y el vivero, como son los únicos que hay en la región, reciben cada año la visita de estudiantes en prácticas, que tratan de aprender las técnicas de agricultura ecológica que utilizamos.

En los últimos años, la fábrica de pulpa de fruta se ha modernizado para mejorar su capacidad de apoyo a los campesinos y poder atender el aumento de frutas que llegan. Así, con algunas ayudas solidarias, hemos conseguido comprar una máquina para automatizar el envasado de las pulpas y hemos renovado el espacio de la indústria para poder mover cargas pesadas.

Al mismo tiempo, hemos diseñado nuevos envases y producido nuevos materiales publicitarios. De este modo, la intención es aumentar las ventas de pulpa, llegando al mercado regional de una manera más sólida.

Poco a poco, con todas las dificultades que supone desarrollar un proyecto de estas características en la distante Amazonía, el proyecto avanza hacia su mayor reto futuro: hacer que la fruta ecológica y el extractivismo de frutas autóctonas sean posibilidades reales de vivir de la tierra para los agricultores familiares de la región.

Está claro que una intervención decisiva y dirigida por parte de los poderes públicos sería necesaria para un cambio masivo, y que el proyecto por sí solo no tiene, ni debería tener, esta capacidad. Pero Araguaia Pulpa de Frutas, conjuntamente con otras iniciativas que se están haciendo en la Amazonía, es una pieza que contribuye, de manera real y local, la construcción de este mayor reto.

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