Construyendo una comunidad a caballo
Llegar a una región marcada por la desigualdad y la violencia cambió la vida de Pedro Casaldáliga y Manuel Luzón. Los dos, claretianos, asumieron la “misión” de poner en el mapa una tierra “olvidada”. Hoy es un símbolo mundial de lucha y coherencia. Así es cómo empezaron.
7 de julio de 2020
La vida de Pedro Casaldáliga
Diario de Casaldáliga:
«El trabajo es más intenso estos días. La tensión, la preocupación, el esfuerzo por aclarar, por sembrar, por concientizar, por evangelizar ha sido bastante…, pero las alegrías son muchas también. Ayer mismo tuvimos una reunión con el «Conselho de Vizinhança» —que nosotros sugerimos como autoridad popular—: cuatro tíos majos, de veras. El pueblo votó maravillosamente bien y con madurez. Ayer también reunimos los responsables de la Oración comunitaria del domingo —dos hombres casados, una mujer casada y una muchacha; más dos mujeres que se harán cargo de la limpieza, luz, flores…

Las “campañas misioneras” eran visitas periódicas a cada una de las comunidades de la Prelatura de Casaldáliga (que tiene el tamaño de toda Grecia). Siempre a caballo, este trabajo se alargaba durante meses.
El pueblo, en comunidad, está acabando de construir su iglesia —«Casa do povo de Deus»—, toda ella de material hecho por ellos mismos, madera, barro, troncos de palmera, tec… Y los instrumentos de su trabajo, de su vida, presidiendo el culto: una azada, un «facão» (machete), una espuela…, un «pilão» donde se limpia el arroz…
[…]
«Las campañas misioneras» son una experiencia rica, impresionante. Válida, de verdad. Una nueva compenetración con el pueblo y sus problemas y esperanzas. Una evangelización sencilla, directa, «total». Un buen principio de comunidad cristiana… Porque será a partir de la Campaña cuando habrá que concretar, cultivar, comprometer, la verdadera comunidad (8-6-71).
Podría contaros libros de vivencias de esta primera Campaña Misionera… Estamos en plena tensión evangélico-social-promocionante: todo es lo mismo en definitiva. Dios hizo al hombre para que fuese feliz y santo. Un hijo de Dios es siempre un príncipe, el propio Cristo. ¡Siento adoración por la menor de estas criaturas sertanejas!
El domingo bauticé 73 nuevos cristianos: algunos creciditos. Tuvimos preparación para los padres y padrinos. El próximo domingo celebrarán la Primera Eucaristía unos 60 muchachos y muchachas, generalmente bien crecidos ya. El día 26 el pueblo votará su «Conselho de vizinhança»: una especie de autoridad popular que nos hemos inventado para unión y progreso de estos «patrimonios».

Convivir con la gente, compartiendo sus alegrías, tristezas, vistorias y derrotas como uno más, ha sido la forma de hacer de Casaldáliga durante años: hasta hoy, en el Araguaia todo el mundo le llama simplemente “Pedro”.
Estamos celebrando una liturgia muy viva, muy próxima, muy clara.
Y en mil circunstancias nos compenetramos con el pueblo. Ando bastante a caballo: aún ayer fui a unos 12 ó 15 kilómetros para hacer un casamiento: la novia está esperando el tercer hijo y no podía venir hasta aquí; y el marido me vino a buscar: me traía una muía «baia» digna de un obispo de la Edad Media. Estos encuentros son fabulosos: se crea un clima de amistad apostólica, se aproximan a Dios muchos que estaban distantes, se estimula la conciencia y la dignidad humanas, se defienden los derechos de los pobres, se hace comunidad, Iglesia…
A primeros de julio yo haré una visita a «nuestro» patrimonio de Serra Nova —la del conflicto mayor—. Y hemos decidido empezar allí la segunda Campaña Misionera, el día 6 de agosto. Los «fazendeiros» están nerviosos y aquel pueblo necesita un «amparo», clerical si queréis, pero, el único que pueden tener, por desgracia de las estructuras… Rogad ya por la segunda Campaña. Es un plan apostólico que merece muchas palancas.
La tierra sigue siendo uno obsesión caliente, vital: un objetivo de Redención. Cristo hizo una Redención total… Hace pocos días, yendo «de tropa», me decía uno de los sertaneios que me acompañaban: «Yo le digo a la gente que vale la pena escucharles a ustedes; que ustedes nos dicen lo que no fue dicho nunca; que ustedes hablan de aquello que nos afecta…»
Y así fuimos hablando, “sertão” (campo) adentro, de la «nueva Iglesia» que el Espíritu está labrando por encima de tradicionalistas y progresistas y curialistas subterráneos.»
Pedro Casaldáliga, 23 de junio de 1971.
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