Cómo puede ayudarnos hoy el compromiso de Casaldáliga
Casaldáliga y su equipo son conocidos y respetados por su compromiso radical en favor de los más pobres y su posición abiertamiente contraria a “los poderosos”. Quizás su experiencia nos pueda servir de guía o inspiración.
Este es un trecho del documento que publicó en todo Brasil el día de su Consagración Episcopal, en un momento en el momento álgido de la persecución sobre su iglesia y cuando los asesinados por el latifundio se contaban por decenas.
26 de junio de 2020
La vida de Pedro Casaldáliga
Nosotros -obispo, padres, hermanas, seglares…- estamos aquí, entre el Araguaia y el Xingú, en este mundo real y concreto, marginado y acusador, que acabo de presentar sumariamente. Y somos aquí la Iglesia «visible» y «reconocida». O posibilitamos la encarnación salvadora de Cristo en este medio al que hemos sido enviados, o negamos nuestra Fe, nos avergonzamos del Evangelio y traicionamos los derechos y la esperanza agónica de un pueblo de gente humana que también es pueblo de Dios: los sertanejos, los posseiros, los peones, los indios; este pedazo brasileño de la Amazonia.
Porque estamos aquí, aquí debemos comprometernos. Claramente. Hasta el fin. (Solamente hay una prueba sincera, definitiva, de amor, según la palabra y el ejemplo de Cristo.) Yo, como obispo, en esta hora de mi consagración, recibo como dirigidas a mí las de Pablo a Timoteo: «No te avergüences del testimonio de Nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, sino sufre conmigo por el Evangelio, fortalecido por el poder de Dios» (2 Tim 1,8).
No queremos considerarnos héroes, ni originales. Ni pretendemos dar lecciones a nadie. Pedimos solamente la comprensión comprometida de los que comparten con nosotros una misma Esperanza.
Miramos con amor a la tierra y a los hombres de la Prelacia [Diócesis]. Nada de esta tierra ni de estos hombres nos es indiferente. Denunciamos hechos vividos y documentados. Quien tache de infantil, torcida, poco prudente, agresiva, dramatizante, publicitaria, nuestra actitud entre en su conciencia y lea con simplicidad el Evangelio; y venga a morar aquí en este interior, tres años, con un mínimo de sensibilidad humana y de responsabilidad pastoral.

El Vaticano II, Medellín, el Sínodo; la voz de las Conferencias Episcopales del Tercer Mundo; el Evangelio —antes y siempre— no sólo son apariencias, sino que también reclaman una acción abiertamente comprometida. Ya pasó la hora de las palabras (aunque no, ciertamente, la hora de la Palabra), de las conveniencias y de las esperas conciliadoras. (¿Será que alguna vez fue esa hora?). «Quien no está conmigo, está contra mí; quien no recoge conmigo, desparrama» (Le 11,23). No basta meditar, obtener mayor claridad de ideas y hablar. Es preciso actuar. Esta no dejó de ser la hora de la palabra, pero se cambió, con una urgencia dramática, en hora de acción» (Medellín, Introducción).
Queremos y debemos apoyar a nuestro pueblo, ponernos a su lado, sufrir con él y con él actuar. Apelamos a su dignidad de hijos de Dios y a su poder de insistencia y de esperanza.
Llamamos angustiosamente a toda la Iglesia del Brasil, a la que pertenecemos. Pedimos, exigimos fraternalmente, su decisión, y la corresponsabilidad plena en la oración, en el testimonio, en el compromiso, en la colaboración de la gente y de los medios de pastoral. (En la mente de los que aún luchan desinteresadamente, solamente la Iglesia parece tener una posibilidad decisiva en esta hora). De la CNBB —en la que más confiamos ahora— pedimos el cumplimiento, rápida y eficaz, de un programa decididamente realista en el compromiso que ella públicamente asumió sobre la Amazonia, con carácter de prioridad.
Trecho del documento “Una Iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social”, de 1971.
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