La «Missa dos Quilombos» fue celebrada el 20 de noviembre de 1981 en la ciudad de Recife (PE), para más de 8 mil personas. Es considerada una expresión artística y religiosa que busca honrar la lucha y la resistencia del pueblo negro en Brasil.
La Missa dos Quilombos combina elementos de la tradición católica con ritmos y melodías afrobrasileñas, creando una fusión única de música sacra y folclor. La obra se inspira en la historia y la cultura de los «quilombos», que eran comunidades de personas negras fugitivas que buscaban la libertad y la autonomía durante la época de la esclavitud en Brasil.
La Missa dos Quilombos representa un homenaje a la cultura negra, una celebración de la resistencia y un recordatorio de la importancia de la justicia social y la inclusión en la sociedad brasileña y más allá.
En el nombre de Dios supuestamente blanco y colonizador, que naciones cristianas han adorado como si fuese el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, millones de negros fueron sometidos, durante siglos, a la esclavitud, a la desesperación y a la muerte. En Brasil, en América, en la madre África, en el Mundo.
Deportados, como «piezas” de la ancestral Aruanda, colmaron de mano de obra barata los cañaverales y las minas y colmaron los poblados de individuos sin cultura, clandestinos, inviables. (Colman todavía de subgente -para los blancos señores y las blancas damas y la ley de los blancos- las cocinas, los muelles, los burdeles, las favelas, los arrabales, las prisiones).
Para escándalo de muchos fariseos y para alivio de muchos arrepentidos, la Misa de los Quilombos confiesa, delante de Dios y de la Historia, esta máxima culpa cristiana.
Pero un día, una noche, surgieron los Quilombos, y entre todos ellos, el Sinaí Negro de Palmares, y nació, de Palmares, el Moisés Negro, Zumbi. Y la libertad imposible y la identidad prohibida florecieron, «en el nombre del Dios de todos los nombres”, «que hace toda carne, la negra y la blanca, rojas en la sangre”.
Venidos «del fondo de la tierra”, «de la carne del flagelo”, «del exilio de la vida”, los Negros decidieron forzar «los nuevos Albores” y reconquistar Palmares y regresar a Aruanda.
Y estando ahí, de pie, quebrando los muchos grillos en casa, en la calle, en el trabajo, en la iglesia, fulgurantemente negros al sol de la Lucha y de la Esperanza.
Para escándalo de muchos fariseos y para alivio de muchos arrepentidos, la Misa de los Quilombos confiesa, delante de Dios y de la Historia, esta máxima culpa cristiana.
En la música del negro minero Milton y de sus cantores y músicos, ofrece al único Señor «el trabajo, las luchas, el martirio del Pueblo Negro de todos los tiempos y lugares”.
Como toda verdadera Misa, la Misa de los Quilombos es pascual.
Y garantiza al Pueblo negro la Paz conquistada de la Liberación. Por los ríos de la sangre negra, derramada en el mundo. Por la sangre del Hombre “sin figura humana” sacrificado por los poderes del Imperio y del Templo, pero resucitado de la Ignominia de la Muerte por el Espíritu de Dios, su Padre.
Como toda verdadera Misa, la Misa de los Quilombos es pascual: celebra la Muerte y la Resurrección del Pueblo Negro, en la Muerte y Resurrección de Cristo.
Pedro Tierra y yo, ya empeñamos nuestra palabra, airadamente fraterna, con la Causa de los Pueblos indígenas, con la “Misa de la Tierra sin males”; y empeñamos ahora la misma palabra con la Causa del Pueblo Negro, con esta Misa de los Quilombos.
Ha llegado el momento de cantar el Quilombo que está viniendo: estamos en el momento de celebrar la Misa de los Quilombos, en rebelde esperanza, con todos “los Negros de África, los Afros de América, los Negros del Mundo, en Alianza con todos los pobres de la Tierra”.
Pedro Casaldáliga. Presentación de la Misa de los Quilombos, 1982
Si quieren escuchar la Missa pueden acceder aqui: